lunes, 15 de junio de 2009

Regreso a la India: la llegada

Por hache o por be, todo viaje importante empieza tras una noche sin dormir. A las cuatro de la matina salgo para el aeropuerto, todavia cojeando, y cargado con dos mochilas, la de la camara y la del resto de cosas. Facturo para todo el trayecto: Varsovia-Amsterdam-Delhi. Enseguida me doy cuenta de que en la mochila facturada va absolutamente todo: ropa, gafas, cepillo de dientes... Como se pierda, al igual que en mi ultimo viaje, tendre un problema.

En el segundo avion, enorme, de esos de filas de nueve asientos separados por dos pasillos, predominan los indios. Me toca sentado junto a dos indios que llevan anhos viviendo en Glasgow. Me dan conversacion y no me dejan dormir, pero tampoco aburrirme. Me hablan de su vida, de su familia, de sus aventuras, de por que se cortaron el pelo y la barba y, a pesar de ser sikhs, no llevan turbante, solo la pulsera que los identifica, pero es que en Escocia, tienen una casa en Fuengirola, elogian las prostitutas rumanas de la zona y la sonrisa de la azafata de KLM, toman cerveza, vino, gin tonic y me invitan a su casa en Punjab. Hablan bien ingles, pero me cuesta entenderlos por esa mezcla explosiva de acento indio con escoces. A la hora de la comida ellos piden la opcion "chicken" y yo, la "Indian". Buena comida, primer sabor a India.

Aterrizaje en Delhi. Al salir del avion no noto la bofetada de calor y humedad que esperaba, aunque a las once de la noche hay treinta y cinco grados. En el aire flota un humo que parece niebla y apenas deja ver a lo lejos. Control de gripe A (basta con decir que no tienes fiebre), control de pasaportes (el mio lo doblan tanto que la portada queda pendiente de un hilillo, temo tener problemas a la salida, aunque ya lo he pegado, o precisamente por eso) y la parte que mas temo: la espera de los equipajes. En la primera tanda, mi mochila no esta. Nervios. En la segunda tampoco, !ah, si!, al final aparece. Cambio dinero, me compro una tarjeta india de telefono y reservo un "pre-paid taxi". A la salida, como recordaba, una noche negra, un calor pegajoso, un ruido constante de motores nerviosos y claxones espasmodicos, un caos de ojos fijos en ti y de manos que hacen gestos en tu direccion, en la oscuridad lo que mas se distingue es el blanco de los ojos y las dentaduras y el colorido de las rikshas. Se me acerca un tipo y me arranca de la mano el recibo del taxi, intenta descifrarlo, "sir, where do you want to go", tiene los dientes tenhidos de rojo, bajo la capa gris que cubre la camisa se adivina el color original cafe con leche, mientras tanto, desde detras de la barrera otro tipo me hace senhas, "where do you want to go?", esta mejor vestido que el otro, mucho mas limpio, su sonrisa resplandece, me parece reconocer en el al chico de Couch Surfing en cuya casa vamos a quedarnos, pero no es posible, hemos quedado en su casa y, ademas, no veo a Ania por ninguna parte, "Devesh?", pregunto, el niega con la cabeza, pero enseguida vuelve a sonreir, me da la mano, le quita al otro el recibo y me dice "come" (no, no de comer, sino en ingles). Entre el gentio aparece Ania sonriente. Me han gastado una broma. Nos metemos en el taxi, todos contentos, el tal Devesh parece majo, vamos conversando y se me olvida que es el cumple de Ania. Tardamos hora y pico en llegar a casa de Devesh.

Por el camino nada me sorprende tanto como la primera vez: el trafico a esas horas, los camiones decorados como tartas de boda multicolores, los bocinazos constantes, incitados por las inscripciones de "blow horn" o "please honk" en la parte trasera de cada vehiculo, la conduccion aparentemente kamikaze... Todo eso lo recuerdo perfectamente, ya apenas me llama la atencion, me parece normal e incluso me gusta.

Al llegar a casa de Devesh resulta que no hay luz en todo el vecindario, excepto en el hospital de enfrente, que tiene generador propio. Nos sentamos en el balcon a la luz de las velas, bebemos agua y charlamos. La luz acaba volviendo. Entramos en casa huyendo de los voraces mosquitos, pero ellos nos siguen. Los muebles, la nevera, el suelo, todo esta viejo y parece sucio, a pesar de que viene la limpiadora todos los dias. Me voy a duchar. Me sorprende no ver grifo de agua caliente, pero al notar el agua que sale de la ducha y se esparce por todo el banho entiendo que no hacen falta mas grifos cuando la temperatura es perfecta: fria, pero no helada, lo justo para refrescarse en ese calor.

Sobre las cuatro de la manhana nos vamos a dormir. Pero, a pesar de llevar tantas horas sin dormir, no consigo conciliar el suenho.

1 comentario:

KaZe dijo...

JEJE, empezar el viaje con una broma y una sonrisa no es un mal presagio, eh??

De todos modos, debe de ser una sensación agobiante ver que todos se fijan en ti y te ofrecen sus servicios!
Te leemos!