sábado, 20 de junio de 2009

Amritsar

[Esto es India... Ayer, cuando por fin habia conseguido encontrar internet y estaba escribiendo, se fue la luz... Se me acumulan las vivencias, asi que las entradas anteriores ire completandolas segun vaya pudiendo. Permitidme que me salte un par de capitulos y vaya a lo de hoy.]

Hoy ha sido el mejor dia que he pasado en India.

Los padres de Kevin nos despertaron a las cuatro y media y enseguida vino a buscarnos su chofer para llevarnos a la estacion de autobuses, no sin pasar antes por un gurudwara (templo sikh) a hacer la ofrenda matutina.

Del bus, poco que contar. Sobre las 10 de la manhana estabamos en Amritsar. Nada mas bajar del bus nos entro un tipo ofreciendonos alojamiento. Una doble con air-cooler por 300 rupias, menos de cinco euros. Resulto ser un rikshero (de los de bicicleta). Nos encajamos a presion en su incomodo carromato, sujetando las mochilas para que no se cayeran y llegamos al guesthouse. La habitacion no estaba mal por ese precio (yo la definiria como una suite cochambrosilla), hace un par de anhos quiza me lo hubiera planteado, pero a dia de hoy nos parecio perfecta. Nos cambiamos de ropa y, yo con mis mejores galas (una camisa blanca que me compre el otro dia), fuimos a ver el famoso Golden Temple, un importantisimo centro de peregrinacion sikh.

A pesar del acoso constante de los riksheros por el camino, decidimos ir a pie. Las calles me recordaron la India que yo conocia, un caos que no es el de Chandigarh, las tiendas abiertas a la calle, el trafico como un rio de lava multicolor, la gente sonriendonos sin mas... Las tiendas ocupan todos los bajos de los edificios, de modo que cualquier calle importante es en si un bazar. Al pasar por delante de una de ellas, salio un sikh a llamarnos y nos obligo a sentarnos con el y un par de sikhs mas a tomar algo frio. Pedimos una cocacola cada uno, que nos sento de maravilla, era justo lo que necesitabamos para reponer fuerzas. No quisieron cobrarnos. Otro de los sikhs, un barbudo dignisimo y atractivo en su madurez, vestido de blanco de los pies al turbante, nos ensenho su carnet de subinspector de policia y nos dio su numero de movil por si necesitaramos algo. Luego se hicieron un monton de fotos con nosotros. Nos conmovieron.

Seguimos andando un rato, nos compramos unos mangos que nos zampamos por el camino, y llegamos al famoso Golden Temple, que realmente es impresionante. No tanto el propio templo dorado, que esta en medio de un laguito artificial, como la construccion de marmol blanco que lo rodea, la cantidad de gente de todas las edades y, entre tantos miles, no vi ningun rostro palido aparte de nosotros. Todo el mundo venia a saludarnos, a darnos la mano, a pedirles que les hicieramos fotos, a hacernos fotos a nosotros o a hacerse fotos con nosotros, casi siempre con el movil. Si hubiera montado un fotomaton, me habria hecho mas de oro que el propio templo. Hice unos cuantos retratos que me gustan mucho, sobre todo el de una ninha con los ojos mas impresionantes que he visto en mi vida. La acabo de subir a flickr, sin procesar. Entre tanto lio nos tuvieron parados a pleno sol sin movernos del mismo sitio como una hora. Increible. De tanto posar con la sonrisa profident, se me quedo la mueca congelada, pero he decidido salir siempre sonriendo en las fotos de los indios, aunque sea un poco falso, para que se queden mas contentos. Conocemos a un chaval que se llama Raju, vive en Canada y ha vuelto para aprender a tocar la tabla, mi instrumento indio preferido. Nos autoinvitamos a que, al dia siguiente, nos haga una demostracion, y quedamos para las 7.

Salimos de alli deshidratados y nos fuimos a comer y beber algo. Enfrente del templo habia un restaurante con bastante buena pinta (para la India, quiero decir) y pedi mi plato favorito, el palak paneer (espinacas con trozos de queso blanco). Luego fuimos a coger el jeep con el que habiamos quedado para que nos llevara hasta Waga Border, la frontera con Paquistan, a 35 quilometros de Amritsar. Lo de Waga lo he visto escrito ya con una hache o con dos, distribuidas por diferentes lugares de la palabra, asi que me atengo a la version simplificada. El tipo nos dijo que al final el jeep iba lleno, pero que nos metia en un coche con mas gente y, por el privilegio de ir delante (es decir, Ania y yo apretados en el asiento del copiloto), nos cobraba 50 rupias mas. Le dijimos que ni de conha. Al final nos enteramos de que los otros tres pasajeros, todos de Delhi y Mumbai, habian pagado 120 cada uno. Nosotros, 150 entre los dos...

Waga Border, que movida... Primero, al llegar, cientos de camiones aparcados a un lado haciendo cola, gente tirada en mantas entre ellos, durmiendo. Luego, un atasco tremendo, de modo que el coche nos deja en cualquier lado y quedamos luego para vernos. Despues, una cola quilometrica, apenas hay guiris, todo son indios. Intentamos colarnos, pero no nos quieren dejar, en vez de decirnos nada se agarran unos a otros de la ropa y no nos dejan meternos. Pero de repente la cola se desorganiza, empieza a pasar gente por todos lados y nosotros tambien adelantamos puestos. Aquello se convierte en una masa de gente que los militares, gritandonos como a ganado, intentan organizar. Distribuyen a la gente para un lado y para otro, pero sin mucha conviccion. Al llegar a las tribunas, aquello se convierte en una locura. Para coger el mejor lugar la gente se empuja, se aplasta, se machaca, los hay que trepan por las barandillas y las saltan, arriesgando la vida propia y la de los que estan debajo. Nos metemos entre el gentio, porque, ya que estamos alli, no queremos quedarnos sin lugar en las tribunas. Pero aquello es peor de lo que parece. Yo lucho por salvar mi camara y que no se me caiga el bolso que llevo a la cintura, Ania lleva en la mano mi teleobjetivo, porque nos han obligado a dejar la mochila en el coche (visto lo visto, no me extranha), lo protege como puede, aunque en el fervor del forcejeo acaba perdiendo la tapa, ni siquiera pensamos en recuperarla, empujamos como podemos, la presion viene de todos lados, menos mal que jugue al rugby muchos anhos, aunque nada tiene que ver una mele de ocho personas con una de ochocientas o mas, consigo abrirnos paso protegiendo como puedo a Ania, un tipo (de los pocos mas altos que yo) le da un codazo en la cara, pero Ania no se corta un pelo y se lo devuelve, y yo inmediatamente le pego semejante sarta de gritos que se acojona. Tras varios minutos estamos en las gradas, sanos y salvos, chorreando sudor y jadeando, pero contentisimos de haberlo logrado. Somos los unicos guiris alli, los demas, no se como, estan en una tribuna especial, en la primera fila. Seran los que mejor vean el espectaculo, pero eso es lo menos importante del dia, apenas un desfile de cinco o seis militares indios altisimos y con un gorro acabado en una especie de abanico que les da aspecto de gallos, que desfilan subiendo las piernas hasta mas arriba de la cabeza y, una vez llegados a la verja fronteriza, dan patadas teatrales y hacen gestos amenazadores como si aplastaran una colilla, mientras la multitud les vitorea y corea consignas nacionalistas y al otro lado de la valla los paquistanies hacen lo mismo (supongo, porque desde donde estamos no se ve). Sin embargo, nosotros tenemos enfrente la vista de la grada de las mujeres, algo impresionante, miles de puntitos con saris de mil colores chillones. Esa imagen me interesa mucho mas que la histrionica demostracion. Por los altavoces se oyen consignas a las que miles de gargantas responden en masa, como si de un estadio de futbol se tratase: "Hin-dus-tan, Zin-ga-bad, Hin-dus-tan, Zin-ga-bad"... Nos unimos al juego. Justo detras de nosotros, en el escalon superior, estan dos sikhs jovenes, con el pelo recogido en un monho sobre la frente y gafas de sol, que se hicieron fotos con nosotros en el Golden Temple. Llega un momento en que nos aburrimos y decidimos escaquearnos, abriendonos paso entre la muchedumbre, antes de que empiecen a salir todos. Hacemos bien: enseguida se acaba la ceremonia y salen todos despues que nosotros. En el coche de vuelta, resulta que uno de nuestros companheros de enlatado es un indio de Mumbai que, escasas horas antes, a la entrada del Golden Temple, me pidio que le hiciera una foto. Yo no lo recordaba, pero el a nosotros si. Que pequenho es el mundo. O que limitado es el circuito turistico en Amritsar.

Volvemos a Amritsar excitados por las vivencias del dia, la verdad es que nos lo hemos pasado genial, ojala el resto del viaje sea asi!! Ademas, por fin he sentido que Ania y yo podemos ser estupendos companheros de viaje.

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