[Durante el viaje no conseguí encontrar el momento para completar esta entrada. La escribo más de tres meses y medio después, con todo lo que eso conlleva.]
Por la noche apenas consigo pegar ojo. Nos levantamos tarde. Desayunamos, todo lo hacemos a cámara lenta, así que se nos va la mañana sin salir de casa, comemos con Devesh lo que su asistenta ha preparado, berenjenas y algo más.
Ania y yo salimos a ver Akshardham, un templo hindú gigantesco de reciente construcción (no sé por qué no lo vi cuando estuve en Delhi hace dos años). No se puede hacer fotos dentro y hay que dejarlo todo en las taquillas, así que, en este primer día en India, paso de llevar la cámara. Mi pie maltrecho agradecerá esos casi 10 quilos menos a la espalda. El templo impresiona bastante, está lleno de gente, todos indios, damos un paseo y charlamos. Aún queda algo de tiempo antes del anochecer, así que decidimos ir hasta el Templo del Loto (sobre el que ya escribí algo hace dos años, la segunda impresión no difiere mucho). Para ello hay que regatear una riksha, algo que hacemos con mucha soltura, gracias a la confianza que nos da tener una idea del precio aproximado (nos lo ha dicho Devesh) y el habernos aprendido los números en hindi. En el Templo del Loto nos sentimos como estrellas, todo el mundo viene a saludarnos y a hacernos fotos o hacerse fotos con nosotros. Vuelta a casa en riksha, el rikshero se llama Ginni y, chapurreando el inglés, nos cuenta su vida, que se separó de su primera mujer porque era mala, pero ahora está con una que es buena, trabaja un montón de horas al día para pagar el alquiler de la riksha, pero vive fuera de la ciudad. Creo que quiere darnos pena. Intenta que lo contratemos para llevarnos mañana por la mañana a la estación, nos dice un precio "muy barato", quedamos en llamarlo si nos interesa. Después de hablar con Devesh, llegamos a la conclusión de que no nos interesa, el precio normal es la mitad.
A casa de Devesh ha llegado Stephan, un chaval suizo que habla muy bien inglés y bastante bien español, hace capoeira y le gusta la fotografía. Devesh y yo salimos a comprar cervezas, tarea nada fácil. Devesh decide que Ania se quede en casa para no tener que ver el sitio al que vamos, ya que puede haber "gente chunga". Stephan se queda también. Devesh y yo vamos andando y cruzamos la frontera con otro estado, Uttar Pradesh, compramos las cervezas en una tienducha donde, efectivamente, un par de borrachos nos tratan despectivamente, y tiramos de vuelta hacia Delhi. En un puesto callejero compramos cocos verdes (para bebernos el agua) y mangos para el desayuno. Mientras tanto, una pareja mayor lee mi tatuaje del brazo derecho, que está en hindi, entablan conversación conmigo, me preguntan cómo me llamo, se echan unas risas: "¡como los mangos!". Son muy simpáticos y me explican que los mangos de mejor calidad se llaman Alphonso.
Ya en casa abrimos las cervezas y pedimos comida por teléfono a algo que bien podría llamarse "telecurry". Pedimos diferentes platos y chapati (pan plano, sin levadura). Conversamos con Stephan acerca del fenómeno del Facebook (que yo personalmente destesto), del sentido del Couch Surfing, etc. Stephan me parece un poco pedante, quizá por ser tan inteligente para su edad, pero a pesar de todo me cae bien, la charla resulta interesante y divertida. Nos acostamos bastante tarde, todos muertos de sueño, pero no consigo dormir y me paso un buen rato hablando con Ania hasta que por fin el cansancio nos vence.
martes, 16 de junio de 2009
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