Ya lo he mencionado varias veces en las paginas de este diario, pero una de las cosas que mas me llaman la atencion en la India es el hecho de que las sonrisas sean gratis. Comparo con la Europa a la que yo estoy acostumbrado, donde una sonrisa parece tener siempre una causa o un proposito. Aqui no: la sonrisa forma parte del lenguaje mas basico, es algo natural y directo y tarda en apagarse. Reconozco que no he estudiado como funciona la sonrisa entre los indios, quiza no la prodiguen tanto, pero hacia nosotros, forasteros, es constante.
Y, claro, como contestar a una sonrisa si no es con otra. Aqui voy redescubriendo el placer de sonreir porque si. Con la ventaja anhadida de que el camino es reversible: del mismo modo que el bienestar provoca la sonrisa, la sonrisa provoca el bienestar; la mente influye sobre el cuerpo y viceversa, de modo que el circulo se cierra, se traza el menos vicioso de los circulos viciosos. Las endorfinas, chindorfinas o comoquiera que se llamen circulan con prodigiosa fluidez. Son una droga poderosa. Y adictiva. A ver como llevo el sindrome de abstinencia cuando vuelva a Varsovia. Ojala consiga introducir nueva energia en el sistema.
Como digo, para conmigo, como forastero, la sonrisa es el pan nuestro de cada veinte segundos. Uno de los atributos del guiri, y mas en mi caso, es la camara de fotos. Y los indios tienen una aficion tremenda a las fotos. Todos los dias hay gente que me pide que le haga una foto, o nos hace una foto a nosotros, o le pide a algun acompanhante que le haga una foto junto con nosotros, generalmente con el movil. No se muy bien cual es la causa de este fenomeno, aunque tengo mis teorias al respecto, de las que hablare mas adelante. En cualquier caso, si en mis fotos de este viaje he retratado ya como a cuatrocientos o quinientos indios, no exagero en absoluto si digo que aparezco en las fotos de otros tantos, como minimo. Y, claro, la sonrisa es moneda de cambio: sonries cuando pides permiso y cuando das las gracias, te sonrien cuando te piden permiso y cuando te dan las gracias, te sonrien cuando posan (aunque no siempre, a algunos les gusta salir dignisimos), sonries cuando posas (aunque no te apetezca, pero ?que te cuesta hacerles felices?). Y, tras unas horas con la camara a cuestas en cualquier lugar publico, de tanta sonrisa y tanta chindorfina uno acaba entrando en trance, acaba drogado, asonrrisado. Mola. (Aunque lo de que te hagan cientos de fotos en un dia cansa mogollon.
domingo, 28 de junio de 2009
Learn to travel, travel to learn
El otro dia, en el autobus que nos llevaba de Srinagar a Jammu, me hizo mucha gracia ver, en la mampara que separaba al conductor de los pasajeros, un letrerito que rezaba: "Learn to travel, travel to learn". La verdad es que en India he visto un monton de maximas de este tipo, incluso en la carretera (tipo: "life is short, why make it shorter?"), cuya ingenua sencillez me obliga a sonreir. Pero la del autobus venia muy al caso y me dio que pensar.
Primero, "learn to travel". Porque, ?es que sabemos viajar? ?Viajar es algo evidente? ?Requiere una tecnica? ?Es aprendible? ?Hay diferentes modos de hacerlo? Afirmo que si, que hay diferentes modos, y esto esta relacionado con la segunda parte, que es la que mas me interesa ahora mismo.
Entonces: "travel to learn". ?Se aprende viajando? Quiero decir: ?es esto posible y, en caso afirmativo, es frecuente? ?Viajar, de por si, ensenha? Hm...
Recomiendo la lectura del articulo "Viajar no sirve para nada", de mi admirado amigo Miguel Salas. Es un fantastico punto de partida para la polemica. Me gusta mucho la forma de escribir y de argumentar de Miguel y no puedo sino estar de acuerdo con la mayoria de lo que dice. Pero hay matices y salvedades.
La primera vez que estuve en la India, aun queriendo evitarlo, fui basicamente turista. Esta segunda vez me considero mas viajero, incluso explorador, aun sabiendo que entre ambos extremos existe un continuum de proporciones y que, en el mundo actual, es dificil ser explorador al 100%.
Para no entrar ahora en discusiones (interesantisimas, pero demasiado largas para mi proposito), empezare por afirmar mi tesis. Tal vez no siempre viajar ensenhe, pero viajando se puede aprender, y mucho.
Alguien como yo llega a la India y, por mucho que haya leido o visto sobre ella, sufre un choque a diversos niveles. Entre las reacciones posibles a semejante choque caben la fascinacion ("que colores hay en la India!", "que rasgos tan bonitos tienen!", "hala, que pasada el Taj Mahal!") y el asombro ("no sabia que uno pudiera sudar tanto") o el rechazo ("cuanta suciedad", "cuanta pobreza", "mira como conducen", "no tienen aceras como Zeus manda"), etc. La primera opcion es siempre mas agradable que la segunda y mas facilmente aplicable a las cosas perceptibles mediante los sentidos, a todo lo que consideramos pintoresco, mientras que la segunda, que podriamos resumir como "estan locos estos romanos", atanhe a las realidades idiosincrasicas de la otra cultura, que nuestro razonamiento no consigue comprender. Sin embargo, ambas son reacciones de extranhamiento, de distanciamiento. Hablamos en tercera persona, separando el "ellos" del "nosotros" o del "yo". Establecemos una contraposicion, yo no formo parte de esto, lo que ellos hacen es raro, lo mio (al menos inconscientemente) es mas logico y, por lo tanto, mejor. Estan locos estos indios.
Quien se enfrente de tal manera a la cultura "ajena", poco lograra aprender, como mucho algun que otro dato estadistico o alguna curiosidad o anecdota para contar a sus conocidos a la vuelta del viaje exotico. No siempre es facil escapar a este tipo de juicios, porque, a diferencia de los ninhos pequenhos, nuestra valoracion del mundo viene condicionada por todo nuestro bagaje cultural.
No siempre es facil, pero (al menos en una medida satisfactoria) se puede salir de esa categorizacion. Hay que estar lo suficientemente abierto para intentar comprender las cosas desde dentro y, especialmente en un lugar como la India, no filtrarlo todo por el intelecto, dejarse llevar por la corriente y, en la medida de lo posible, convertirse en uno de "ellos", para ampliar nuestro "nosotros". Al fin y al cabo todos somos seres humanos.
Por eso el punto de partida de este segundo viaje era totalmente diferente al del primero. Queriamos evitar el circuito turistico, pasar mas tiempo en los sitios (esto en concreto se podria mejorar todavia, pero hay tantas posibilidades que cuesta renunciar), relacionarnos con los indios, dando preferencia a los lugares donde tenemos algun contacto indio, prescindir de las comodidades a cambio de vivir la realidad de los habitantes, y no la de los turistas... Y creo que lo estamos consiguiendo, al menos en tanto se puede conseguir en un viaje de tres semanas.
Hemos venido aqui abiertos, deseosos de conocer. Y estamos conociendo. Nos hemos topado ya con bastantes personas dispuestas a aclararnos cosas incluso sin que se lo hayamos preguntado. Curiosamente, casi todos son sikhs: Tejinder, el que conocimos en el Golden Temple de Amritsar; Indi, con el que pasamos un dia en los alrededores de Srinagar; el pariente de Kevin que me ha soltado la parrafada filosofica esta tarde... Pero tambien otra gente como Devesh, nuestro fantastico anfitrion en Delhi, al que conocimos mediante Couch Surfing. Muchos de ellos, ademas, exhiben una gran voluntad de aprender y una admirable consciencia de las diferencias y la unidad, algo que va mucho mas alla de la tolerancia (palabra que no me gusta, pues para mi significa "tolerar lo de los otros, aunque no me guste", es decir, de nuevo la separacion, aunque sea sin violencia).
Pero hay mas. Un viaje como este te arroja de cabeza a contextos inesperados, te obliga a desenvolverte en situaciones en las que nunca antes habias estado, te ves a ti mismo funcionando en funcion de otros parametros, reaccionando a estimulos nuevos, abandonando rutinas de toda la vida, hay cosas que tienes que aprender desde cero, como un ninho, cosas que tienes que aceptar sin mas, como un ninho. Si, durante un viaje asi te vuelves otra vez un ninho, redescubres la curiosidad, el placer de aprender. Sobre todo, de aprender sobre ti mismo.
Si el viaje, encima, es a la India, descubres cosas como que la curiosidad es algo natural, que la sonrisa es gratuita y constituye un medio de comunicacion infalible... o que la mejor manera de disfrutar es no esperar nada concreto y dejarse llevar por lo que venga... Verdades simples, pero verdaderas.
Aunque tal vez el momento mas importante del viaje sea la vuelta. Cuando llegas al lugar en el que vives, cuando vuelves a tu vida diaria y la ves con otros ojos, ojos dispuestos a sorprenderse, a admirar. Cuando, desde la distancia, te percatas de que tu vida es esa, pero podria ser otra, ni mejor ni peor, simplemente diferente. De que, por eso mismo, de nada vale sonhar con "lo que podria ser si...".
(Me acabo de dar cuenta de que hace tiempo trate ya este tema en otro espacio. Aunque el estilo y el punto de vista de aquel texto no son identicos a los de este diario, el contenido esta muy relacionado, de modo que considero procedente copiar a continuacion la cita mas significativa: A veces me pregunto si el sentido real de los viajes no será el viaje de vuelta. Cuando uno se va, desconecta de la realidad a la que pertenece. Todo, bonito o feo, bueno o malo, mejor o peor, es diferente y lo absorbemos con los sentidos bien alerta. Es a la vuelta cuando uno, si mantiene los ojos igual de abiertos, confronta la que hasta entonces había sido su realidad cotidiana desde una perspectiva nueva. Es a la vuelta cuando uno puede ser realmente sensible a lo que le rodea, ya sea para criticarlo, ya para apreciarlo o, simplemente, para percibirlo de forma consciente. Desde que me di cuenta de ello no sólo me gusta irme de viaje, sino también volver a este lugar que cada vez considero más mío. Y, paralelamente, mis viajes no son ya una huida.)
Primero, "learn to travel". Porque, ?es que sabemos viajar? ?Viajar es algo evidente? ?Requiere una tecnica? ?Es aprendible? ?Hay diferentes modos de hacerlo? Afirmo que si, que hay diferentes modos, y esto esta relacionado con la segunda parte, que es la que mas me interesa ahora mismo.
Entonces: "travel to learn". ?Se aprende viajando? Quiero decir: ?es esto posible y, en caso afirmativo, es frecuente? ?Viajar, de por si, ensenha? Hm...
Recomiendo la lectura del articulo "Viajar no sirve para nada", de mi admirado amigo Miguel Salas. Es un fantastico punto de partida para la polemica. Me gusta mucho la forma de escribir y de argumentar de Miguel y no puedo sino estar de acuerdo con la mayoria de lo que dice. Pero hay matices y salvedades.
La primera vez que estuve en la India, aun queriendo evitarlo, fui basicamente turista. Esta segunda vez me considero mas viajero, incluso explorador, aun sabiendo que entre ambos extremos existe un continuum de proporciones y que, en el mundo actual, es dificil ser explorador al 100%.
Para no entrar ahora en discusiones (interesantisimas, pero demasiado largas para mi proposito), empezare por afirmar mi tesis. Tal vez no siempre viajar ensenhe, pero viajando se puede aprender, y mucho.
Alguien como yo llega a la India y, por mucho que haya leido o visto sobre ella, sufre un choque a diversos niveles. Entre las reacciones posibles a semejante choque caben la fascinacion ("que colores hay en la India!", "que rasgos tan bonitos tienen!", "hala, que pasada el Taj Mahal!") y el asombro ("no sabia que uno pudiera sudar tanto") o el rechazo ("cuanta suciedad", "cuanta pobreza", "mira como conducen", "no tienen aceras como Zeus manda"), etc. La primera opcion es siempre mas agradable que la segunda y mas facilmente aplicable a las cosas perceptibles mediante los sentidos, a todo lo que consideramos pintoresco, mientras que la segunda, que podriamos resumir como "estan locos estos romanos", atanhe a las realidades idiosincrasicas de la otra cultura, que nuestro razonamiento no consigue comprender. Sin embargo, ambas son reacciones de extranhamiento, de distanciamiento. Hablamos en tercera persona, separando el "ellos" del "nosotros" o del "yo". Establecemos una contraposicion, yo no formo parte de esto, lo que ellos hacen es raro, lo mio (al menos inconscientemente) es mas logico y, por lo tanto, mejor. Estan locos estos indios.
Quien se enfrente de tal manera a la cultura "ajena", poco lograra aprender, como mucho algun que otro dato estadistico o alguna curiosidad o anecdota para contar a sus conocidos a la vuelta del viaje exotico. No siempre es facil escapar a este tipo de juicios, porque, a diferencia de los ninhos pequenhos, nuestra valoracion del mundo viene condicionada por todo nuestro bagaje cultural.
No siempre es facil, pero (al menos en una medida satisfactoria) se puede salir de esa categorizacion. Hay que estar lo suficientemente abierto para intentar comprender las cosas desde dentro y, especialmente en un lugar como la India, no filtrarlo todo por el intelecto, dejarse llevar por la corriente y, en la medida de lo posible, convertirse en uno de "ellos", para ampliar nuestro "nosotros". Al fin y al cabo todos somos seres humanos.
Por eso el punto de partida de este segundo viaje era totalmente diferente al del primero. Queriamos evitar el circuito turistico, pasar mas tiempo en los sitios (esto en concreto se podria mejorar todavia, pero hay tantas posibilidades que cuesta renunciar), relacionarnos con los indios, dando preferencia a los lugares donde tenemos algun contacto indio, prescindir de las comodidades a cambio de vivir la realidad de los habitantes, y no la de los turistas... Y creo que lo estamos consiguiendo, al menos en tanto se puede conseguir en un viaje de tres semanas.
Hemos venido aqui abiertos, deseosos de conocer. Y estamos conociendo. Nos hemos topado ya con bastantes personas dispuestas a aclararnos cosas incluso sin que se lo hayamos preguntado. Curiosamente, casi todos son sikhs: Tejinder, el que conocimos en el Golden Temple de Amritsar; Indi, con el que pasamos un dia en los alrededores de Srinagar; el pariente de Kevin que me ha soltado la parrafada filosofica esta tarde... Pero tambien otra gente como Devesh, nuestro fantastico anfitrion en Delhi, al que conocimos mediante Couch Surfing. Muchos de ellos, ademas, exhiben una gran voluntad de aprender y una admirable consciencia de las diferencias y la unidad, algo que va mucho mas alla de la tolerancia (palabra que no me gusta, pues para mi significa "tolerar lo de los otros, aunque no me guste", es decir, de nuevo la separacion, aunque sea sin violencia).
Pero hay mas. Un viaje como este te arroja de cabeza a contextos inesperados, te obliga a desenvolverte en situaciones en las que nunca antes habias estado, te ves a ti mismo funcionando en funcion de otros parametros, reaccionando a estimulos nuevos, abandonando rutinas de toda la vida, hay cosas que tienes que aprender desde cero, como un ninho, cosas que tienes que aceptar sin mas, como un ninho. Si, durante un viaje asi te vuelves otra vez un ninho, redescubres la curiosidad, el placer de aprender. Sobre todo, de aprender sobre ti mismo.
Si el viaje, encima, es a la India, descubres cosas como que la curiosidad es algo natural, que la sonrisa es gratuita y constituye un medio de comunicacion infalible... o que la mejor manera de disfrutar es no esperar nada concreto y dejarse llevar por lo que venga... Verdades simples, pero verdaderas.
Aunque tal vez el momento mas importante del viaje sea la vuelta. Cuando llegas al lugar en el que vives, cuando vuelves a tu vida diaria y la ves con otros ojos, ojos dispuestos a sorprenderse, a admirar. Cuando, desde la distancia, te percatas de que tu vida es esa, pero podria ser otra, ni mejor ni peor, simplemente diferente. De que, por eso mismo, de nada vale sonhar con "lo que podria ser si...".
(Me acabo de dar cuenta de que hace tiempo trate ya este tema en otro espacio. Aunque el estilo y el punto de vista de aquel texto no son identicos a los de este diario, el contenido esta muy relacionado, de modo que considero procedente copiar a continuacion la cita mas significativa: A veces me pregunto si el sentido real de los viajes no será el viaje de vuelta. Cuando uno se va, desconecta de la realidad a la que pertenece. Todo, bonito o feo, bueno o malo, mejor o peor, es diferente y lo absorbemos con los sentidos bien alerta. Es a la vuelta cuando uno, si mantiene los ojos igual de abiertos, confronta la que hasta entonces había sido su realidad cotidiana desde una perspectiva nueva. Es a la vuelta cuando uno puede ser realmente sensible a lo que le rodea, ya sea para criticarlo, ya para apreciarlo o, simplemente, para percibirlo de forma consciente. Desde que me di cuenta de ello no sólo me gusta irme de viaje, sino también volver a este lugar que cada vez considero más mío. Y, paralelamente, mis viajes no son ya una huida.)
Y mas Chandigarh
Anoche cai como una piedra. Nawaz llego tarde, encendio la luz, me trajo para beber agua "filtrada" (me moria tanto de sed que no estaba como para exigir agua mineral, imposible de conseguir alli a esas horas), estuvo trabajando en el ordenador hasta las mil, luego se levanto temprano, todo eso lo percibi, pero me dio igual.
Me levante sobre las 10, hice la colada, habia quedado en llamar a Ania, pero estaba sin credito en el movil, al ser domingo me costo un rato encontrar algo abierto. Por fin recargue el movil y quedamos en el centro. Tuvimos que meternos en algun sitio con aire acondicionado huyendo del calor. El hormigon que compone Chandigarh hacia que los 45 grados de hoy fueran aun mas asfixiantes.
Cuando por fin bajo un poco el calor estuvimos paseando sin rumbo fijo, nos metimos por en medio de un mercado, hoy el ambiente entre nosotros estaba mucho mas relajado que ultimamente. Se ve que nos hacia falta descansar y pasar al menos unas horas separados. En el mercado nos reconocio un tipo que nos habia visto en Srinagar.
La madre de Kevin habia venido expresamente desde Ludhiana para darle a Ania unas cosas para el, asi que quedamos con ella en un bar. Vino acompanhada de un pariente de camiseta amarilla, turbante blanco y ojos rojos. No tomaron nada. Ella estuvo hablando con Ania, insistio en que si cambiaba de opinion y se casaba con Kevin, la familia la aceptaria. Mientras tanto, el se puso a darme una charla bastante alucinante, que intentare resumir a continuacion. Que el tesoro de la india son sus libros sagrados, que en ellos esta contenida toda la sabiduria, que es una pena que los indios los lean, pero no los entiendan, que no sepan aplicarlos, que los europeos si saben aplicar lo que leen, que entender un texto no significa saber aplicarlo, del mismo modo que tener la receta de un plato no significa tener el plato, que la mejor forma de darse cuenta de la unidad del todo es dedicar cinco o diez minutos antes de dormir a observarse uno mismo, concentrarse en la respiracion, meditar, que todos tenemos varios niveles, pero estamos acostumbrados a funcionar en el mas bajo, el de las pulsiones sexuales, que la meditacion nos hace ascender por esa escala, y que, como solo tenemos quince o veinte minutos para hablar, el quiere compartir conmigo ese tesoro de sabiduria, ya que todos somos uno, para que yo despues pueda compartirlo con otros. Me hace gracia que en los ultimos tiempos tanta gente me este insistiendo en que medite, habra que hacer caso de las coincidencias e intentarlo. La madre de Kevin se despidio de Ania con un abrazo, a mi me hizo un gesto juntando las manos. El sikh de amarillo me dio un abracillo de despedida, mientras que a Ania solo le dedico el mismo gesto que la madre de Kevin a mi.
Buscamos una riksha para volver a la residencia, nos topamos con el mismo rikshero de hace una semana, como si no hubiera mas rikshas en esta ciudad, pero quiso cobrarnos demasiado y fuimos con otro. Y poco mas por hoy, un dia en el que lo mas destacable ha sido el calor y el sudor, la aparente reconciliacion tacita con Ania y la charla filosofica del pariente de Kevin, que ni siquiera se presento.
[Por cierto, mientras escribo esto me ha visitado, al igual que ayer, una lagartija blanca, no se si sera la misma.]
Me levante sobre las 10, hice la colada, habia quedado en llamar a Ania, pero estaba sin credito en el movil, al ser domingo me costo un rato encontrar algo abierto. Por fin recargue el movil y quedamos en el centro. Tuvimos que meternos en algun sitio con aire acondicionado huyendo del calor. El hormigon que compone Chandigarh hacia que los 45 grados de hoy fueran aun mas asfixiantes.
Cuando por fin bajo un poco el calor estuvimos paseando sin rumbo fijo, nos metimos por en medio de un mercado, hoy el ambiente entre nosotros estaba mucho mas relajado que ultimamente. Se ve que nos hacia falta descansar y pasar al menos unas horas separados. En el mercado nos reconocio un tipo que nos habia visto en Srinagar.
La madre de Kevin habia venido expresamente desde Ludhiana para darle a Ania unas cosas para el, asi que quedamos con ella en un bar. Vino acompanhada de un pariente de camiseta amarilla, turbante blanco y ojos rojos. No tomaron nada. Ella estuvo hablando con Ania, insistio en que si cambiaba de opinion y se casaba con Kevin, la familia la aceptaria. Mientras tanto, el se puso a darme una charla bastante alucinante, que intentare resumir a continuacion. Que el tesoro de la india son sus libros sagrados, que en ellos esta contenida toda la sabiduria, que es una pena que los indios los lean, pero no los entiendan, que no sepan aplicarlos, que los europeos si saben aplicar lo que leen, que entender un texto no significa saber aplicarlo, del mismo modo que tener la receta de un plato no significa tener el plato, que la mejor forma de darse cuenta de la unidad del todo es dedicar cinco o diez minutos antes de dormir a observarse uno mismo, concentrarse en la respiracion, meditar, que todos tenemos varios niveles, pero estamos acostumbrados a funcionar en el mas bajo, el de las pulsiones sexuales, que la meditacion nos hace ascender por esa escala, y que, como solo tenemos quince o veinte minutos para hablar, el quiere compartir conmigo ese tesoro de sabiduria, ya que todos somos uno, para que yo despues pueda compartirlo con otros. Me hace gracia que en los ultimos tiempos tanta gente me este insistiendo en que medite, habra que hacer caso de las coincidencias e intentarlo. La madre de Kevin se despidio de Ania con un abrazo, a mi me hizo un gesto juntando las manos. El sikh de amarillo me dio un abracillo de despedida, mientras que a Ania solo le dedico el mismo gesto que la madre de Kevin a mi.
Buscamos una riksha para volver a la residencia, nos topamos con el mismo rikshero de hace una semana, como si no hubiera mas rikshas en esta ciudad, pero quiso cobrarnos demasiado y fuimos con otro. Y poco mas por hoy, un dia en el que lo mas destacable ha sido el calor y el sudor, la aparente reconciliacion tacita con Ania y la charla filosofica del pariente de Kevin, que ni siquiera se presento.
[Por cierto, mientras escribo esto me ha visitado, al igual que ayer, una lagartija blanca, no se si sera la misma.]
sábado, 27 de junio de 2009
Mas Chandigarh
Me paso la manhana pegado al ordenador de Nawaz, que anda por ahi liado, esperando a Ania. Aprovecho para hacer la colada. Por fin aparece. Vamos a comer con Nawaz y sus amigos, muchos de los cuales fueron companheros de Ania durante el mes que estuvo aqui el anho pasado con una beca. El ambiente, tanta gente de piel oscura sentada en torno a un par de mesas de plastico en un patio, a la sombra de enormes arboles con frutos que desconozco, me recuerda mi estancia en Brasil, cuando di clase en la Universidade Federal de Sao Carlos en el anho 2000.
Luego Ania me lleva al Rock Garden, un curioso lugar proyectado por un visionario, donde hay paredes hechas de diversas rocas artificiales, estatuas de estilo entre tribal y naif compuestas de materiales reciclados (desde azulejos hasta pulsera india, pasando por antiguos enchufes de ceramica), cascadas, columpios y muchos indios paseando. La atmosfera empieza siendo tensa, pero luego se va relajando hasta alcanzar una neutralidad que, la verdad, tampoco me convence. A ver como se desarrolla el dia de manhana. Luego vamos a dar un paseo junto a un lago lleno de patines de esos de pedales, cada uno de un color diferente. Ania tiene que volver a su alojamiento sobre las ocho, ya que a partir de esa hora las chicas no andan solas por la calle. Yo me quedo haciendo un par de llamadas telefonicas, aunque no consigo contactar con casi nadie.
Ceno solo en la residencia de estudiantes. No consigo comprar agua embotellada, todo esta ya cerrado, el tipo de la cantina me da agua del grifo, asegurandome por gestos que es la misma que bebe todo el mundo. Ya veremos. Por el pasillo oscuro de la residencia huye una sombra agil. Espero que sea una ardilla de las que abundan por aqui. Escribo estas lineas observado desde la pared por una lagartija blanca que cuento con que este hambrienta, porque mosquitos para comer no le van a faltar.
Me voy a ir acostando, estoy muerto...
Luego Ania me lleva al Rock Garden, un curioso lugar proyectado por un visionario, donde hay paredes hechas de diversas rocas artificiales, estatuas de estilo entre tribal y naif compuestas de materiales reciclados (desde azulejos hasta pulsera india, pasando por antiguos enchufes de ceramica), cascadas, columpios y muchos indios paseando. La atmosfera empieza siendo tensa, pero luego se va relajando hasta alcanzar una neutralidad que, la verdad, tampoco me convence. A ver como se desarrolla el dia de manhana. Luego vamos a dar un paseo junto a un lago lleno de patines de esos de pedales, cada uno de un color diferente. Ania tiene que volver a su alojamiento sobre las ocho, ya que a partir de esa hora las chicas no andan solas por la calle. Yo me quedo haciendo un par de llamadas telefonicas, aunque no consigo contactar con casi nadie.
Ceno solo en la residencia de estudiantes. No consigo comprar agua embotellada, todo esta ya cerrado, el tipo de la cantina me da agua del grifo, asegurandome por gestos que es la misma que bebe todo el mundo. Ya veremos. Por el pasillo oscuro de la residencia huye una sombra agil. Espero que sea una ardilla de las que abundan por aqui. Escribo estas lineas observado desde la pared por una lagartija blanca que cuento con que este hambrienta, porque mosquitos para comer no le van a faltar.
Me voy a ir acostando, estoy muerto...
Torpeza
Que gracia, hace un rato, mientras estaba escribiendo la entrada anterior, escuche a alguien tocando "Sweet child o' mine", de Guns'n'Roses, en la guitarra electrica, subi por el pasillo y me meti en la habitacion de un chaval, tenia otra guitarra y estuvimos un rato tocando los dos juntos. Lo que menos me esperaba en la India era eso...
Pero queria hablar de otra cosa. De mi torpeza.
Al final me voy a quedar esta noche en la habitacion de Nawaz, porque no hay muchas opciones de alojamiento. Asi que aqui estoy. Voy al banho a lavarme y me llevo el neceser, la bayeta que uso de toalla para ahorrar espacio y la bolsita de plastico donde transporto el papel de combate y las toallitas humedas. No hay colgadores, me quito la ropa pegajosa y la dejo en una repisita. Luego, cuando la recoja, aparte de la mugre que ya tenia, estara llena de polvo. Al accionar la manija de la cisterna, se desprende (no, la cisterna entera no, menos mal, solo el pedacito de plastico), rebota contra la taza (aunque aqui, mas que de taza, habria que hablar de plato) y se cuela por el agujero. Voy a lavarme los dientes, una necesidad urgente despues de tantas horas (ayer, listo que soy, tenia el neceser en el fondo de la mochila grande, que iba en el techo del autobus), pero me he olvidado la botella (no, no es exageracion, muchos indios usan agua mineral para lavarse los dientes. Para afeitarme no tengo espejo, asi que lo hago valiendome del tacto (todavia no se cual ha sido el resultado, ni si quiero saberlo). Me meto en la ducha, pero de la alcachofa no cae ni una gota de agua. De uno de los dos grifos de abajo, a la altura de mi cadera, pero, evidentemente, no me he traido un cubo para recoger el agua ni, mucho menos, la jarrita con la que uno toma el agua del cubo y se riega. Parece mentira que lleve tanto tiempo aqui...
Ania se va a quedar en otro sitio. Viene en breve a buscarme, asi que voy a hacer la colada primero. Algo me dice que este dia no va a acabar bien entre nosotros.
Pero queria hablar de otra cosa. De mi torpeza.
Al final me voy a quedar esta noche en la habitacion de Nawaz, porque no hay muchas opciones de alojamiento. Asi que aqui estoy. Voy al banho a lavarme y me llevo el neceser, la bayeta que uso de toalla para ahorrar espacio y la bolsita de plastico donde transporto el papel de combate y las toallitas humedas. No hay colgadores, me quito la ropa pegajosa y la dejo en una repisita. Luego, cuando la recoja, aparte de la mugre que ya tenia, estara llena de polvo. Al accionar la manija de la cisterna, se desprende (no, la cisterna entera no, menos mal, solo el pedacito de plastico), rebota contra la taza (aunque aqui, mas que de taza, habria que hablar de plato) y se cuela por el agujero. Voy a lavarme los dientes, una necesidad urgente despues de tantas horas (ayer, listo que soy, tenia el neceser en el fondo de la mochila grande, que iba en el techo del autobus), pero me he olvidado la botella (no, no es exageracion, muchos indios usan agua mineral para lavarse los dientes. Para afeitarme no tengo espejo, asi que lo hago valiendome del tacto (todavia no se cual ha sido el resultado, ni si quiero saberlo). Me meto en la ducha, pero de la alcachofa no cae ni una gota de agua. De uno de los dos grifos de abajo, a la altura de mi cadera, pero, evidentemente, no me he traido un cubo para recoger el agua ni, mucho menos, la jarrita con la que uno toma el agua del cubo y se riega. Parece mentira que lleve tanto tiempo aqui...
Ania se va a quedar en otro sitio. Viene en breve a buscarme, asi que voy a hacer la colada primero. Algo me dice que este dia no va a acabar bien entre nosotros.
26 horas de viaje
Nos acostamos tarde, y casi no consigo dormir pensando en el futuro de este viaje. Al amanecer los pajaros cantan y revolotean como si estuvieran dentro de nuestra habitacion. Al fin y al cabo, de ellos y del lago solo nos separa la malla mosquitera de las ventanas.
Diana a las 5. Shikara a la estacion. Bus a Jammu a las 7:30. Trescientos quilometros en doce horas, por una carretera sinuosisima bordeada de tantos arboles como militares a su sombra, igual de firmes que ellos. Con una cuerda y unas pinzas, ante la mirada atonita del resto de los pasajeros, monto en el pasillo un tendedero para mis calcetines. Intento dormir, pero solo logro evaporarme un poco, intento escuchar musica. En una parada desayuno arroz blanco insipido con lentejas frias picantillas, no me quieren cobrar. Por fin hablo con Ania, los dos sentimos la tension y no sabemos la causa, pero parece que despues la cosa se relaja, la segunda parte del viaje vamos hablando de cosas personales. De momento parece que no nos vamos a separar, aunque la prueba de fuego seran los proximos dias. Esperemos que consigamos descansar.
Llegamos a Jammu a las siete y pico de la tarde, el revisor del bus se encarga de dejarnos donde podemos pillar el siguiente. Compramos "sleeper" con aire acondicionado. Son unos buses graciosisimos, llevan literas dobles en vez de asientos y casi no son incomodos. Nos da el tiempo justo a comer algo y asearnos un poquito. Arrancamos a las nueve y media. En el bus hace tanto frio que no conseguimos dormir. Cerramos las toberas del aire, pero este se escapa por otra mil rendijas. Yo duermo (es un decir) con sudadera y capucha, Ania con sudadera, forro polar y chal, pero no para de moverse. Un tipo ronca sin parar justo en la litera de al lado, menos mal que mis fieles cascos cumplen su funcion, si no musical, al menos aislante. Llegamos a Chandigarh, como no, con retraso, a las 6:30, riksha a la residencia de Nawaz, pero es demasiado temprano para despertarlo, un portero nos abre el salon de invitados y dormitamos en sendos sofas hasta que aparece Nawaz. Desayunamos. En la residencia no nos podemos quedar, porque los encargados de gestionar las habitaciones de invitados ya se han ido. En el albergue cercano tampoco hay nadie que pueda decidir. Nawaz se lleva a Ania en moto para buscar alojamiento en la ciudad, mientras yo me quedo en su habitacion escribiendo esto.
Despues de 26 horejas de viaje, de sudor, de polvo, de asientos y camas pegajosos, necesito una ducha como nunca antes. No se si luego iremos a dar una vuelta o a dormir, aunque por el bien de nuestra convivencia quiza sea mejor lo segundo.
El plan es quedarnos un par de dias aqui mientras Nawaz, que acaba de terminar la carrera de arquitecto defendiendo su proyecto final, recoge todas sus cosas, y luego ir con el, via Delhi, hasta su ciudad natal, Guwahati, en Assam, al noreste, al otro extremo del pais. Unas cuantas horas en bus hasta Delhi y, a continuacion, 28 horas hasta Guwahati, aunque conociendo los horarios indios pueden acabar siendo 40...
Diana a las 5. Shikara a la estacion. Bus a Jammu a las 7:30. Trescientos quilometros en doce horas, por una carretera sinuosisima bordeada de tantos arboles como militares a su sombra, igual de firmes que ellos. Con una cuerda y unas pinzas, ante la mirada atonita del resto de los pasajeros, monto en el pasillo un tendedero para mis calcetines. Intento dormir, pero solo logro evaporarme un poco, intento escuchar musica. En una parada desayuno arroz blanco insipido con lentejas frias picantillas, no me quieren cobrar. Por fin hablo con Ania, los dos sentimos la tension y no sabemos la causa, pero parece que despues la cosa se relaja, la segunda parte del viaje vamos hablando de cosas personales. De momento parece que no nos vamos a separar, aunque la prueba de fuego seran los proximos dias. Esperemos que consigamos descansar.
Llegamos a Jammu a las siete y pico de la tarde, el revisor del bus se encarga de dejarnos donde podemos pillar el siguiente. Compramos "sleeper" con aire acondicionado. Son unos buses graciosisimos, llevan literas dobles en vez de asientos y casi no son incomodos. Nos da el tiempo justo a comer algo y asearnos un poquito. Arrancamos a las nueve y media. En el bus hace tanto frio que no conseguimos dormir. Cerramos las toberas del aire, pero este se escapa por otra mil rendijas. Yo duermo (es un decir) con sudadera y capucha, Ania con sudadera, forro polar y chal, pero no para de moverse. Un tipo ronca sin parar justo en la litera de al lado, menos mal que mis fieles cascos cumplen su funcion, si no musical, al menos aislante. Llegamos a Chandigarh, como no, con retraso, a las 6:30, riksha a la residencia de Nawaz, pero es demasiado temprano para despertarlo, un portero nos abre el salon de invitados y dormitamos en sendos sofas hasta que aparece Nawaz. Desayunamos. En la residencia no nos podemos quedar, porque los encargados de gestionar las habitaciones de invitados ya se han ido. En el albergue cercano tampoco hay nadie que pueda decidir. Nawaz se lleva a Ania en moto para buscar alojamiento en la ciudad, mientras yo me quedo en su habitacion escribiendo esto.
Despues de 26 horejas de viaje, de sudor, de polvo, de asientos y camas pegajosos, necesito una ducha como nunca antes. No se si luego iremos a dar una vuelta o a dormir, aunque por el bien de nuestra convivencia quiza sea mejor lo segundo.
El plan es quedarnos un par de dias aqui mientras Nawaz, que acaba de terminar la carrera de arquitecto defendiendo su proyecto final, recoge todas sus cosas, y luego ir con el, via Delhi, hasta su ciudad natal, Guwahati, en Assam, al noreste, al otro extremo del pais. Unas cuantas horas en bus hasta Delhi y, a continuacion, 28 horas hasta Guwahati, aunque conociendo los horarios indios pueden acabar siendo 40...
jueves, 25 de junio de 2009
Srinagar y Parihaspora
Esta claro que hemos calculado regular el tiempo. Claro que a ello se anhaden los no-del-todo-imprevisibles retrasos... El caso es que para esta parte de Cachemira nos han quedado dos dias enteros, mientras que entre ir y llegar se nos van otros dos... Y no nos da tiempo a hacer una de las cosas (supongo) mas interesantes que se pueden hacer aqui: una excursion a las montanhas, el comienzo de los Himalaya, el K2... Quedara para otra ocasion.
Han sido dos dias totalmente diferentes. Ayer en Srinagar nos sentimos como turistas, hoy en Parihaspora, como exploradores.
Srinagar, la capital de verano de Cachemira (la de invierno es Jammu) se caracteriza por estar situada al pie de los Himalayas y tener en el centro un enorme lago de agua lisa como un espejo. Ahora que esta mas tranquila que hace una temporada, vuelve a ser un centro de turismo, sobre todo indio. Lo tipico es que los visitantes se alojen en un houseboat, que son barcazas de madera que funcionan como pensiones y suelen tener bonitos porches de madera labrada. Se llega a ellas en shikara, que es como una canoa casi plana con un solo remo. Estos dias coincide que hay una yatra, peregrinacion hindu a un templo que hay en un monte que domina la ciudad, de modo que la ciudad esta hasta los topes.
Ayer. Diana a las 5, a las 5:30 nos viene a buscar una shikara para llevarnos al mercado flotante de verduras y flores, que es un espectaculo bastante curioso, pues en pleno lago se junta un monton de canoas cargadas, algunas hasta lo inverosimil, de verduras, algunas desconocidas para nosotros, o de flores, semillas y otras cosas. Lo curioso es que, o yo no me di cuenta, o alli nadie compraba ni vendia, los tipos daban vueltas en sus canoas abriendose paso con habilidad increible entre las demas, mientras unos cuantos turistas sonholientos miran aquello sin mucha fascinacion. Nosotros eramos los unicos forasteros en una canoa normal, los demas iban en una especie de gondolas con tejado, donde uno puede recostarse y moverse sin temor a volcar, tapaditos con mantas. Habian pagado al menos cien rupias por ello, es decir, diez veces mas que nosotros. El espectaculo fue curioso, pero me esperaba mas colorido y movimiento. La luz gris del amanecer no me ayudaba mucho a la hora de hacer fotos.
Volvemos al houseboat a desayunar y hacer el equipaje, dispuestos a buscarnos un alojamiento mas barato (una vez cumplido el capricho del houseboat) y que no nos obligue a depender de las shikaras. Ya estamos saliendo por la puerta cuando el duenho nos convence para quedarnos. Su argumento: mil rubias por tres noches, cuando su hermano pretendia cobrarnos setecientas por una.
Otra shikara. Vamos a la estacion de buses a comprar los billetes de vuelta a Jammu, luego a la oficina de turismo y, seguidamente, a contratar una autorriksha, con la mediacion de diez personas que se reunen a nuestro alrededor, incluido un policia de ojos azules. Si, los cachemiros son famosos por tener la piel mas blanca que en el resto del pais y los ojos de un extranho azul acuoso que a veces ni parece humano. Por 550 rubias el rikshero acepta llevarnos todo el dia. Primero, por una cuesta que se hace eterna, al templo hindu donde tiene lugar la yatra, la peregrinacion. Cerca de la cumbre, el atasco es tan solido que ni la agil riksha consigue abrirse paso. Llegamos a pie. Como corresponde a Cachemira, las medidas de seguridad son severas. O eso parece. No se puede entrar con moviles ni camaras. Un militar altisimo, y mas para ser indio (aunque parece que aqui mandan a los mas grandes), me hace subirme a dos piedras para cachearme (supongo que a fin de no tener que agacharse diez mil veces al dia), me pregunta que llevo en la mochila, me saca el movil del bolsito que llevo a la cintura, me dice que se lo deje a nuestro guia y se queda atonito cuando le digo que no tenemos guia, me manda a la garita donde cachean a las mujeres y nos permiten a Ania y a mi dejar el movil alli, yo sonrio a diestro y siniestro y nadie se acuerda ya de mi mochilon, asi que entro con el, subimos como trescientos escalones empinados, hacemos cola como los aborigenes, subimos mas escaleras, esta vez bien estrechitas, pasamos por un arco, tocamos una campana, entramos en un cuartito en cuyo centro hay un dios con guirnaldas, billetes, ofrendas en forma de caramelos, giramos en torno a el, salimos, bajamos y nos vamos, huyendo de nuestros admiradores, que no paran de preguntarnos "where from you?", uno me ofrece "I want to make friendship with you", o algo parecido que le hago repetir porque no doy credito a mis oidos.
Seguimos el recorrido turistico: unos jardines bastante poco interesantes, otros mas grandes y bonitos, pero llenos de turistas indios que no nos dejan ni respirar, en un momento en el que yo me paro a hacer fotos a una chica que, haciendo playback, esta rodando una pelicula o un videoclip, a Ania la asedian, se escapa, la pierdo de vista, se enfada conmigo, mientras otros me vienen a rogar que me haga fotos con ellos, pero el sol me ciega tanto que no puedo abrir los ojos al menos en cinco minutos, no se las fotos que habran hecho.
Vamos a comer con el rikshero, Ania se emparanoia con la comida, no sabe que elegir y al final se mosquea y decide no comer nada. Yo me como un arroz con patatas y una verdura que parece grelos. Seguimos la ruta hacia el otro lado del lago, atajando por baches espolvoreados de carretera. Por el camino, el rikshero recoge a un chaval que viene del cole, lo dejamos como un quilometro mas adelante, el ninho se baja sin decir palabra. Llegamos a una elegante mezquita blanca, con su cupula y sus torres, y cientos de palomas grises en el atrio. Tenemos que entrar por separado. El interior, sobriisimo. Me siento un momento en la alfombra que cubre el suelo, intento respirar un poco de atmosfera, pero no me conmueve demasiado.
Seguimos adelante. Otra mezquita, Jama Masjid, la mas antigua. Esta, de ladrillo, con una fuente en el patio. Un chico, al enterarse de que soy de Espanha, me pide que vaya con el a sentarme bajo un arbol para hablar de Toledo, Cordoba y los musulmanes en Espanha. Pero no voy a dejar a Ania sola, asi que lo dejo para mas tarde, Ania sale a ver el bazar de al lado, pero el chico ya no esta. En cambio, un senhor mayor la mar de simpatico me empieza a explicar un monton de cosas sobre la construccion del mihrab (el altar-pulpito de la mezquita), los nombres de Ala, la convivencia de las religiones y lenguas, los horarios de los rezos, el canto del muecin... Me invita a presenciar la ceremonia que esta a punto de empezar y me asegura que no pasa nada porque haga fotos, asi que voy a buscar a Ania y entramos, dejando pagada ya la riksha. Nunca habiamos visto una "misa" musulmana, me resulto curiosa (cada persona ocupa una alfombrita, los hombres se ponen en fila delante, las mujeres al fondo, el que oficia apenas habla, no hay sermon ni nada, todo sucede en silencio y concentracion, a veces una palabra o formula hace que todos se arrodillen ensenhandome las plantas de sus pies, se prostren, se levanten como resortes o se doblen por la mitad como en una postura de yoga).
Al salir aun nos espera el rikshero. Debemos de haberle caido bien, porque decide ensenharnos un par de sitios mas que le gustan a el y sin cobrarnos nada. Gracias a eso tenemos la oportunidad de ver un poquito del casco antiguo, que, si no, nos habriamos quedado sin conocer.
De vuelta a la zona del bulevar (asi se llama la calle que bordea el lago), intento grabar mis tarjetas de memoria en deuvedes, cosa que resulta complicadisima, aunque no imposible; luego, a un locutorio, a llamar a un tipo que dice ser politico y que hemos conocido en el bus el dia anterior y ha prometido ensenharnos cosas, pero no podemos llamarlos desde nuestros moviles porque, por lo visto, el ejercito emite no se que senhales que no permiten que los moviles de otras partes funcionen en Cachemira (ni, por lo visto, en Assam, otra region con militancia separatista que, casualmente, tambien vamos a visitar). Despues vamos a internet, Ania no quiere estar mucho rato y baja a ver tiendas, mientras esperamos que llegue el politico. Cuando ya los dos estan aqui, me levanto para pagar y en ese momento un apreton incontenible me obliga a preguntar urgentemente por el banho. Tengo que bajar corriendo unas empinadas escaleras metalicas, bajo las cuales se halla el banho. No encuentro la luz. Subo otra vez corriendo a preguntar, pero es que simplemente no hay. Bajo, cierro como puedo y tengo que iluminarme con el movil durante toda la operacion, aunque igual hubiera sido mejor no ver aquello. Hubiera preferido que el banho fuera "Indian style" en vez de "Western style", porque es mas facil aguantar diez minutos en la postura de la gallina que en la del esquiador. Entre el calor, el dolor y el esfuerzo, vuelvo palido y sudado, pero mucho mas ligero. Que por que cuento estas cosas? Porque forman parte de la India.
El politico nos quiere llevar para un lado y para otro, pero nosotros queremos hacer otras cosas, el tipo no para de hacer preguntas y dar ordenes, hasta que nos hartamos de el y nos libramos como podemos. Se va ofendido.
Es ya tarde. Ania esta muerta de hambre, no ha comido practicamente nada en todo el dia, pero es imposible encontrar nada que la satisfaga. Recorremos todo el bulevar esquivando grupos de turistas o peregrinos que bloquean la acera, insistentes vendedorse de chales y artesania, y shikareros pesados y timadores. Por fin Ania se compra un pastelito. En varios muelles nos piden cien rupias por llevarnos hasta nuestro houseboat. Al final, regateando en hindi, conseguimos una shikara por quince, aunque Ania hubiera preferido la de al lado, donde un indio joven le ponia ojitos tiernos. Al llegar al Good Faith, nos esta esperando en el porche el duenho, en pijama. Son las once y media de la noche, el suele acostarse a las diez. Tiene que cerrar la puerta. Yo estoy agotado. Ha sido un dia largo, muy turistico, un tanto pesado, me recuerda el viaje por Rajasthan de hace dos anhos, y encima Ania esta super borde. Hemos visto muchos militares, muchos musulmanes por la calle, muchos hindus en los templos y las primeras carnicerias en mucho tiempo. Me da la sensacion de que, aparte de sus ojos azules y su piel relativamente clara, los cachemiros se caracterizan por sonreir menos que otros indios y ser mas desconfiados, quiza a causa del conflicto de las ultimas decadas.
Hoy. Dormimos un poco mas, nos levantamos antes de las nueve, yo sigo mal de la barriga, pero se me va pasando. Queremos ir a ver las ruinas de un templo budista que hay en Parihaspora. El camino resulta una odisea. Primero, la shikara hasta el bulevar. Despues, la riksha (ferozmente regateada) hasta la estacion central de autobuses, que esta lejillos. Alli, la busqueda de un Tata Somu, o Sumo, o algo asi, que no sabemos muy bien lo que es. Ante la estacion, una fila de jeeps blancos, marca Tata (de ahi el nombre) caza a sus pasajeros voceando el nombre. Cuando se llenan, arrancan. A Baramulla, hacia donde tenemos que ir, van varios. Nos quieren cobrar mas de lo que nos han dicho, mientras regateamos se va juntando publico hasta que nos encontramos acorralados por mas de quince personas, al final nos subimos al unico que cede un poco, pero despues de media hora solo hay un cliente mas, faltan como cinco asientos por llenar, asi que nos bajamos, enseguida encontramos otro y alla vamos.
El Tata Somu nos deja en un cruce. Desde alli, entre arrozales, sube una carreterilla. Vamos andando despacio, la gente de las casas nos mira desde detras de las vallas, algunos apenas contestan a nuestros saludos, una familia nos posa para las fotos y, por gestos, nos quiere invitar a comer algo, tres hombres que siembran arroz y lo limpian de malas hierbas nos hacen senhas para que vayamos a ver como trabajan, hay que hacer equilibrios por los montoncitos de tierra que separan las parcelas anegadas de las que sobresalen racimos de largas hojitas verdes. Acuclillados y fumando pipa de agua, se rien de mi al ver como hago el funambulista con la camara en la mano.
Tres quilometros cuesta arriba a pleno sol, parando cada dos por tres a hacer fotos, se hacen largos. Un sikh barbudo y turbantudo en un cochecito rojo nos ofrece llevarnos, aceptamos, pero resulta que ya estamos al lado. Las ruinas del templo son realmente ruinas, montones de piedras de las que apenas se puede descifrar nada, sobre las que revolotean abubillas y entre las que reptan serpientes, segun afirman unos estudiantes que vienen a compartir la noticia con nosotros. El sikh, que se llama Indi, es abierto y majisimo, tiene una mirada dulce y una sonrisa alegre y sincera, conversamos un monton, resulta que de sikh solo tiene la pinta, en realidad es bahaita, no entiendo mucho como uno puede no ser sikh y aguantar toda la vida con el turbante, sin cortarse el pelo ni la barba. Nos baja, nos lleva hasta casa de su hermana, vemos la escuela donde esta trabaja, conocemos a la familia. Indi nos cuenta que su mujer murio hace dos anhos y pico y entonces el vendio la casa y el negocio que tenia y se dedica a viajar por India. Nos trae de vuelta a Srinagar, nos lleva a cenar, quiere invitarnos, pero no le dejamos y, al despedirse de nosotros, nos regala sendas pulseras e insiste en que no perdamos el contacto, porque esta seguro de que volveremos a la India.
Como digo, han sido dos dias totalmente diferentes. El segundo, mucho mas de mi estilo que el primero, aunque no siempre es facil escapar a las trampas del turismo cuando uno viaja. Es una lastima no haber podido ir a las montanhas. De Srinagar tambien me quedan cosas por ver. Y dar un paseo en shikara por el Dal Lake al anochecer.
Manhana tiramos hacia Jammu, de ahi el plan es volver a Chandigarh y, ya con Nawaz, el amigo de Ania, a Delhi y, de ahi, 28 horas (en teoria, en la practica seguro que se acercan mas a las 40 que a las 30) hasta Guwahati, la capital de Assam, de donde es el. Ese es el plan, aunque estoy empezando a dudar de si es tambien mi plan, a pesar de tener comprados ya casi todos los billetes, porque cada vez me cansa mas la companhia. Elegir un companhero para semejante viaje no es tan facil. He analizado la cuestion varias veces y de verdad considero que no soy yo quien crea la tension. Aun no se que es lo que piensa ella.
Han sido dos dias totalmente diferentes. Ayer en Srinagar nos sentimos como turistas, hoy en Parihaspora, como exploradores.
Srinagar, la capital de verano de Cachemira (la de invierno es Jammu) se caracteriza por estar situada al pie de los Himalayas y tener en el centro un enorme lago de agua lisa como un espejo. Ahora que esta mas tranquila que hace una temporada, vuelve a ser un centro de turismo, sobre todo indio. Lo tipico es que los visitantes se alojen en un houseboat, que son barcazas de madera que funcionan como pensiones y suelen tener bonitos porches de madera labrada. Se llega a ellas en shikara, que es como una canoa casi plana con un solo remo. Estos dias coincide que hay una yatra, peregrinacion hindu a un templo que hay en un monte que domina la ciudad, de modo que la ciudad esta hasta los topes.
Ayer. Diana a las 5, a las 5:30 nos viene a buscar una shikara para llevarnos al mercado flotante de verduras y flores, que es un espectaculo bastante curioso, pues en pleno lago se junta un monton de canoas cargadas, algunas hasta lo inverosimil, de verduras, algunas desconocidas para nosotros, o de flores, semillas y otras cosas. Lo curioso es que, o yo no me di cuenta, o alli nadie compraba ni vendia, los tipos daban vueltas en sus canoas abriendose paso con habilidad increible entre las demas, mientras unos cuantos turistas sonholientos miran aquello sin mucha fascinacion. Nosotros eramos los unicos forasteros en una canoa normal, los demas iban en una especie de gondolas con tejado, donde uno puede recostarse y moverse sin temor a volcar, tapaditos con mantas. Habian pagado al menos cien rupias por ello, es decir, diez veces mas que nosotros. El espectaculo fue curioso, pero me esperaba mas colorido y movimiento. La luz gris del amanecer no me ayudaba mucho a la hora de hacer fotos.
Volvemos al houseboat a desayunar y hacer el equipaje, dispuestos a buscarnos un alojamiento mas barato (una vez cumplido el capricho del houseboat) y que no nos obligue a depender de las shikaras. Ya estamos saliendo por la puerta cuando el duenho nos convence para quedarnos. Su argumento: mil rubias por tres noches, cuando su hermano pretendia cobrarnos setecientas por una.
Otra shikara. Vamos a la estacion de buses a comprar los billetes de vuelta a Jammu, luego a la oficina de turismo y, seguidamente, a contratar una autorriksha, con la mediacion de diez personas que se reunen a nuestro alrededor, incluido un policia de ojos azules. Si, los cachemiros son famosos por tener la piel mas blanca que en el resto del pais y los ojos de un extranho azul acuoso que a veces ni parece humano. Por 550 rubias el rikshero acepta llevarnos todo el dia. Primero, por una cuesta que se hace eterna, al templo hindu donde tiene lugar la yatra, la peregrinacion. Cerca de la cumbre, el atasco es tan solido que ni la agil riksha consigue abrirse paso. Llegamos a pie. Como corresponde a Cachemira, las medidas de seguridad son severas. O eso parece. No se puede entrar con moviles ni camaras. Un militar altisimo, y mas para ser indio (aunque parece que aqui mandan a los mas grandes), me hace subirme a dos piedras para cachearme (supongo que a fin de no tener que agacharse diez mil veces al dia), me pregunta que llevo en la mochila, me saca el movil del bolsito que llevo a la cintura, me dice que se lo deje a nuestro guia y se queda atonito cuando le digo que no tenemos guia, me manda a la garita donde cachean a las mujeres y nos permiten a Ania y a mi dejar el movil alli, yo sonrio a diestro y siniestro y nadie se acuerda ya de mi mochilon, asi que entro con el, subimos como trescientos escalones empinados, hacemos cola como los aborigenes, subimos mas escaleras, esta vez bien estrechitas, pasamos por un arco, tocamos una campana, entramos en un cuartito en cuyo centro hay un dios con guirnaldas, billetes, ofrendas en forma de caramelos, giramos en torno a el, salimos, bajamos y nos vamos, huyendo de nuestros admiradores, que no paran de preguntarnos "where from you?", uno me ofrece "I want to make friendship with you", o algo parecido que le hago repetir porque no doy credito a mis oidos.
Seguimos el recorrido turistico: unos jardines bastante poco interesantes, otros mas grandes y bonitos, pero llenos de turistas indios que no nos dejan ni respirar, en un momento en el que yo me paro a hacer fotos a una chica que, haciendo playback, esta rodando una pelicula o un videoclip, a Ania la asedian, se escapa, la pierdo de vista, se enfada conmigo, mientras otros me vienen a rogar que me haga fotos con ellos, pero el sol me ciega tanto que no puedo abrir los ojos al menos en cinco minutos, no se las fotos que habran hecho.
Vamos a comer con el rikshero, Ania se emparanoia con la comida, no sabe que elegir y al final se mosquea y decide no comer nada. Yo me como un arroz con patatas y una verdura que parece grelos. Seguimos la ruta hacia el otro lado del lago, atajando por baches espolvoreados de carretera. Por el camino, el rikshero recoge a un chaval que viene del cole, lo dejamos como un quilometro mas adelante, el ninho se baja sin decir palabra. Llegamos a una elegante mezquita blanca, con su cupula y sus torres, y cientos de palomas grises en el atrio. Tenemos que entrar por separado. El interior, sobriisimo. Me siento un momento en la alfombra que cubre el suelo, intento respirar un poco de atmosfera, pero no me conmueve demasiado.
Seguimos adelante. Otra mezquita, Jama Masjid, la mas antigua. Esta, de ladrillo, con una fuente en el patio. Un chico, al enterarse de que soy de Espanha, me pide que vaya con el a sentarme bajo un arbol para hablar de Toledo, Cordoba y los musulmanes en Espanha. Pero no voy a dejar a Ania sola, asi que lo dejo para mas tarde, Ania sale a ver el bazar de al lado, pero el chico ya no esta. En cambio, un senhor mayor la mar de simpatico me empieza a explicar un monton de cosas sobre la construccion del mihrab (el altar-pulpito de la mezquita), los nombres de Ala, la convivencia de las religiones y lenguas, los horarios de los rezos, el canto del muecin... Me invita a presenciar la ceremonia que esta a punto de empezar y me asegura que no pasa nada porque haga fotos, asi que voy a buscar a Ania y entramos, dejando pagada ya la riksha. Nunca habiamos visto una "misa" musulmana, me resulto curiosa (cada persona ocupa una alfombrita, los hombres se ponen en fila delante, las mujeres al fondo, el que oficia apenas habla, no hay sermon ni nada, todo sucede en silencio y concentracion, a veces una palabra o formula hace que todos se arrodillen ensenhandome las plantas de sus pies, se prostren, se levanten como resortes o se doblen por la mitad como en una postura de yoga).
Al salir aun nos espera el rikshero. Debemos de haberle caido bien, porque decide ensenharnos un par de sitios mas que le gustan a el y sin cobrarnos nada. Gracias a eso tenemos la oportunidad de ver un poquito del casco antiguo, que, si no, nos habriamos quedado sin conocer.
De vuelta a la zona del bulevar (asi se llama la calle que bordea el lago), intento grabar mis tarjetas de memoria en deuvedes, cosa que resulta complicadisima, aunque no imposible; luego, a un locutorio, a llamar a un tipo que dice ser politico y que hemos conocido en el bus el dia anterior y ha prometido ensenharnos cosas, pero no podemos llamarlos desde nuestros moviles porque, por lo visto, el ejercito emite no se que senhales que no permiten que los moviles de otras partes funcionen en Cachemira (ni, por lo visto, en Assam, otra region con militancia separatista que, casualmente, tambien vamos a visitar). Despues vamos a internet, Ania no quiere estar mucho rato y baja a ver tiendas, mientras esperamos que llegue el politico. Cuando ya los dos estan aqui, me levanto para pagar y en ese momento un apreton incontenible me obliga a preguntar urgentemente por el banho. Tengo que bajar corriendo unas empinadas escaleras metalicas, bajo las cuales se halla el banho. No encuentro la luz. Subo otra vez corriendo a preguntar, pero es que simplemente no hay. Bajo, cierro como puedo y tengo que iluminarme con el movil durante toda la operacion, aunque igual hubiera sido mejor no ver aquello. Hubiera preferido que el banho fuera "Indian style" en vez de "Western style", porque es mas facil aguantar diez minutos en la postura de la gallina que en la del esquiador. Entre el calor, el dolor y el esfuerzo, vuelvo palido y sudado, pero mucho mas ligero. Que por que cuento estas cosas? Porque forman parte de la India.
El politico nos quiere llevar para un lado y para otro, pero nosotros queremos hacer otras cosas, el tipo no para de hacer preguntas y dar ordenes, hasta que nos hartamos de el y nos libramos como podemos. Se va ofendido.
Es ya tarde. Ania esta muerta de hambre, no ha comido practicamente nada en todo el dia, pero es imposible encontrar nada que la satisfaga. Recorremos todo el bulevar esquivando grupos de turistas o peregrinos que bloquean la acera, insistentes vendedorse de chales y artesania, y shikareros pesados y timadores. Por fin Ania se compra un pastelito. En varios muelles nos piden cien rupias por llevarnos hasta nuestro houseboat. Al final, regateando en hindi, conseguimos una shikara por quince, aunque Ania hubiera preferido la de al lado, donde un indio joven le ponia ojitos tiernos. Al llegar al Good Faith, nos esta esperando en el porche el duenho, en pijama. Son las once y media de la noche, el suele acostarse a las diez. Tiene que cerrar la puerta. Yo estoy agotado. Ha sido un dia largo, muy turistico, un tanto pesado, me recuerda el viaje por Rajasthan de hace dos anhos, y encima Ania esta super borde. Hemos visto muchos militares, muchos musulmanes por la calle, muchos hindus en los templos y las primeras carnicerias en mucho tiempo. Me da la sensacion de que, aparte de sus ojos azules y su piel relativamente clara, los cachemiros se caracterizan por sonreir menos que otros indios y ser mas desconfiados, quiza a causa del conflicto de las ultimas decadas.
Hoy. Dormimos un poco mas, nos levantamos antes de las nueve, yo sigo mal de la barriga, pero se me va pasando. Queremos ir a ver las ruinas de un templo budista que hay en Parihaspora. El camino resulta una odisea. Primero, la shikara hasta el bulevar. Despues, la riksha (ferozmente regateada) hasta la estacion central de autobuses, que esta lejillos. Alli, la busqueda de un Tata Somu, o Sumo, o algo asi, que no sabemos muy bien lo que es. Ante la estacion, una fila de jeeps blancos, marca Tata (de ahi el nombre) caza a sus pasajeros voceando el nombre. Cuando se llenan, arrancan. A Baramulla, hacia donde tenemos que ir, van varios. Nos quieren cobrar mas de lo que nos han dicho, mientras regateamos se va juntando publico hasta que nos encontramos acorralados por mas de quince personas, al final nos subimos al unico que cede un poco, pero despues de media hora solo hay un cliente mas, faltan como cinco asientos por llenar, asi que nos bajamos, enseguida encontramos otro y alla vamos.
El Tata Somu nos deja en un cruce. Desde alli, entre arrozales, sube una carreterilla. Vamos andando despacio, la gente de las casas nos mira desde detras de las vallas, algunos apenas contestan a nuestros saludos, una familia nos posa para las fotos y, por gestos, nos quiere invitar a comer algo, tres hombres que siembran arroz y lo limpian de malas hierbas nos hacen senhas para que vayamos a ver como trabajan, hay que hacer equilibrios por los montoncitos de tierra que separan las parcelas anegadas de las que sobresalen racimos de largas hojitas verdes. Acuclillados y fumando pipa de agua, se rien de mi al ver como hago el funambulista con la camara en la mano.
Tres quilometros cuesta arriba a pleno sol, parando cada dos por tres a hacer fotos, se hacen largos. Un sikh barbudo y turbantudo en un cochecito rojo nos ofrece llevarnos, aceptamos, pero resulta que ya estamos al lado. Las ruinas del templo son realmente ruinas, montones de piedras de las que apenas se puede descifrar nada, sobre las que revolotean abubillas y entre las que reptan serpientes, segun afirman unos estudiantes que vienen a compartir la noticia con nosotros. El sikh, que se llama Indi, es abierto y majisimo, tiene una mirada dulce y una sonrisa alegre y sincera, conversamos un monton, resulta que de sikh solo tiene la pinta, en realidad es bahaita, no entiendo mucho como uno puede no ser sikh y aguantar toda la vida con el turbante, sin cortarse el pelo ni la barba. Nos baja, nos lleva hasta casa de su hermana, vemos la escuela donde esta trabaja, conocemos a la familia. Indi nos cuenta que su mujer murio hace dos anhos y pico y entonces el vendio la casa y el negocio que tenia y se dedica a viajar por India. Nos trae de vuelta a Srinagar, nos lleva a cenar, quiere invitarnos, pero no le dejamos y, al despedirse de nosotros, nos regala sendas pulseras e insiste en que no perdamos el contacto, porque esta seguro de que volveremos a la India.
Como digo, han sido dos dias totalmente diferentes. El segundo, mucho mas de mi estilo que el primero, aunque no siempre es facil escapar a las trampas del turismo cuando uno viaja. Es una lastima no haber podido ir a las montanhas. De Srinagar tambien me quedan cosas por ver. Y dar un paseo en shikara por el Dal Lake al anochecer.
Manhana tiramos hacia Jammu, de ahi el plan es volver a Chandigarh y, ya con Nawaz, el amigo de Ania, a Delhi y, de ahi, 28 horas (en teoria, en la practica seguro que se acercan mas a las 40 que a las 30) hasta Guwahati, la capital de Assam, de donde es el. Ese es el plan, aunque estoy empezando a dudar de si es tambien mi plan, a pesar de tener comprados ya casi todos los billetes, porque cada vez me cansa mas la companhia. Elegir un companhero para semejante viaje no es tan facil. He analizado la cuestion varias veces y de verdad considero que no soy yo quien crea la tension. Aun no se que es lo que piensa ella.
miércoles, 24 de junio de 2009
Emitiendo desde Srinagar, Cachemira...
... y sin tiempo para nada. Mi tarjeta de movil comprada en Delhi no funciona aqui. Internet no es facil de encontrar o, si la hay, no cabe en nuestro loco horario de viaje y visitas. Todo bien, sanos y salvos, manhana aun estaremos aqui y al dia siguiente, que ya no se ni que dia de la semana es, tiraremos de vuelta hacia Chandigarh, operacion que nos llevara un par de dias, pasando necesariamente por Jammu.
Por si alguien ya se ha perdido en mi ritmo caotico, acabo de escribir dos entradas atrasadas: "De Amritsar a Jammu" e "Incertidumbre".
Seguiremos emitiendo.
Por si alguien ya se ha perdido en mi ritmo caotico, acabo de escribir dos entradas atrasadas: "De Amritsar a Jammu" e "Incertidumbre".
Seguiremos emitiendo.
Incertidumbre
Omnipresente. Ingrediente principal de nuestra vida aqui. Afecta a los campos mas basicos.
La orientacion: las ciudades no siguen un planeamiento, son como un todo organico, vivo y caotico, las calles son todas diferentes, pero parecen iguales, entre tanto color, tanto ruido, tanta llamada, cuesta fijar puntos de referencia. Encontrar un mapa es, en algunos casos, una hazanha. En otros, linda con el milagro. Los nombres de las calles no aparecen por ninguna parte, la gente debe de saberlos por tradicion oral.
La comunicacion: uno cuenta con desenvolverse en ingles, idioma oficial junto a otros tropecientos. Pero resulta que en realidad en el norte no es tanta la gente que lo habla, mientras que la proporcion de los que lo hablan bien es muy baja. Uno se aprende aplicadamente los saludos y las formulas de cortesia (que, por lo demas, ellos apenas usan, pero siempre queda bien), los numeros (para regatear los precios de todisimo) y los nombres de los platos e ingredientes. Pero resulta que basta salir de Delhi y meterse en Punjab para que lo aprendido sirva de bien poco, pues alli no hablan hindi, sino punjabi, que tiene cosas en comun, pero no tantas. En Cachemira, Kashmiri. En Assam, segun me han dicho, Asames. Y menos mal que no tenemos pensado movernos mas. Y, encima, todas ellas se escriben con alfabetos que desconozco, menos mal que si que hay muchos letreros en ingles o carteles transliterados a nuestro alfabeto.
De modo que uno lo intenta con los gestos. Pero es que los gestos tampoco son tan evidentes. Cuando pides permiso para hacer una foto, menean la cabeza hacia los lados trazando simbolos del infinito o relojes de arena. Uno piensa que eso significa "bueno, si te empenhas...", pero resulta que es que si. Pero no siempre. Entonces preguntas para asegurarte y te sueltan otro gesto diferente. O intentas enterarte de como llegar a algun lado y, claro, pronuncias mal la direccion y lo mismo te entienden que no. Mejor si llevas la tarjeta de tu hotelucho. Entonces, para decir que vayas recto, te indican la diagonal de la derecha y ya no entiendes nada. O, si no saben donde esta, algunos prefieren no reconocerlo y decirte cualquier cosa, de modo que no es raro ir a parar al quinto infierno.
Seria mas facil si el funcionamiento del transporte publico fuera comprensible. Pero para mi no suele serlo. Hay tantos tipos de autobuses, publicos, menos publicos, mas privados, microbuses, autorikshas, ciclorikshas, que se yo, por no hablar de los taxis, que pasamos de utilizar. En otras ciudades uno ve la marquesina, el recorrido, los horarios. Aqui... no. Si ni siquiera reconozco las paradas!
O el transporte de largo recorrido. Quieres coger un bus? Vale, pero primero hay que encontrar la estacion correcta. Un tren? Cuatro cuartos de lo mismo. Te dicen que sale de la estacion de Nueva Delhi, vas con una hora de antelacion y al ver la mole del edificio, la masa de gente, sientes que vas a tardar dos en encontrar el anden. No hay tablon, todo lo dicen por megafonia, de modo que hay que estar atentisimo. Menos mal que lo dicen tambien en ingles, cuando no se les olvida, como nos paso a nosotros. Que pasa cuando tienes un tren a las ocho de la manhana y no lo han anunciado? Pues, una de dos: o te entran los nervios y te desesperas buscando alguna informacion, cosa nada facil, o resignadamente asumes que, con toda probabilidad, tu tren viene de otro lado con retraso directamente proporcional a la distancia desde el origen. Esa es una de las pocas cosas de las que cabe estar seguro en India. Cuando tu tren no ha llegado en seis horas, nadie sabe nada, unos te dicen que ya se ha ido, otros que no existe tal tren, y otros que debe de estar al llegar, solo puedes elegir entre reirte o llorar.
Igual que el horario de Greenwich se llama GMT, el de India se llama IST. Oficialmente, son las siglas de "Indian Standard Time". Muchos afirman que, en realidad, significa "Indian Stretchable Time". En un tiempo elastico todo cabe, quince minutos pueden durar sesenta, mientras que doce horas caben en seis. ?Milagro? No, probablemente Einstein sabria explicarlo. A los occidentales. Los de aqui no lo necesitan.
Tampoco cabe estar seguro en cuanto a las comidas y bebidas. Viendo como lavan los platos y cubiertos en algunos lugares, de lo mas seguro que se puede estar es de pillar una gastroenteritis, por no hablar de cosas mas graves. Al principio uno se resiste firmemente a las tentaciones de olores, sabores, ingredientes y nombres nuevos, pero luego se va relajando y procurando no pensar en lo que puede ocurrir. Supongo que habra quien rece.
Y los precios. Bueno, esta vez no tengo la sensacion de que nos esten intentando tangar a cada paso, como nos ocurrio en el Rajasthan, pero a veces si que lo hacen, aunque no llegan a las exageraciones de la otra vez (como pedirte diez veces lo que cuestan las cosas). Pero hay que estar siempre atento y regatear. Y, a veces, darse cuenta de que, al fin y al cabo, estas pagando solo un euro o dos de mas y, lo que para ti es una diferencia pequenha, para ellos puede ser la comida de varios dias.
Y, por ultimo, aunque esta vez tampoco tengo queja, esta la incertidumbre con respecto a las intenciones de toda esa gente que se te acerca, que te propone cosas, servicios, ayudas. La verdad es que esta vez estamos siendo muy confiados y, de momento, toquemos madera, nos esta saliendo bien. Que siga asi. Esta claro que, en este sentido y en muchos otros, mas vale evitar los lugares tipicamente turisticos, donde estan acostumbrados a exprimir al guiri todo lo que puedan.
De momento, eso si, incertidumbre no significa inseguridad. El otro dia nos perdimos totalmente en Jammu, se nos hizo de noche, estabamos al lado de una enorme estacion de autobuses (lugares que, como todo el mundo sabe, suelen tener una fauna particular), llamabamos muchisimo la atencion de todos, se nos acercaba todo tipo de mendigos y lisiados mas o menos insistentes, y en ningun momento sentimos el miedo que podriamos haber sentido en circunstancias similares incluso en Europa.
Toda esta incertidumbre trae consigo una leccion. Poco a poco, uno va desprendiendose de las expectativas, va ejercitando la paciencia y la resignacion y aprendiendo a aceptar lo que viene, que en este pais nunca es poco, desarrollando de paso la capacidad de observacion, pues la pelicula de la vida desfila dia y noche ante tus ojos.
La orientacion: las ciudades no siguen un planeamiento, son como un todo organico, vivo y caotico, las calles son todas diferentes, pero parecen iguales, entre tanto color, tanto ruido, tanta llamada, cuesta fijar puntos de referencia. Encontrar un mapa es, en algunos casos, una hazanha. En otros, linda con el milagro. Los nombres de las calles no aparecen por ninguna parte, la gente debe de saberlos por tradicion oral.
La comunicacion: uno cuenta con desenvolverse en ingles, idioma oficial junto a otros tropecientos. Pero resulta que en realidad en el norte no es tanta la gente que lo habla, mientras que la proporcion de los que lo hablan bien es muy baja. Uno se aprende aplicadamente los saludos y las formulas de cortesia (que, por lo demas, ellos apenas usan, pero siempre queda bien), los numeros (para regatear los precios de todisimo) y los nombres de los platos e ingredientes. Pero resulta que basta salir de Delhi y meterse en Punjab para que lo aprendido sirva de bien poco, pues alli no hablan hindi, sino punjabi, que tiene cosas en comun, pero no tantas. En Cachemira, Kashmiri. En Assam, segun me han dicho, Asames. Y menos mal que no tenemos pensado movernos mas. Y, encima, todas ellas se escriben con alfabetos que desconozco, menos mal que si que hay muchos letreros en ingles o carteles transliterados a nuestro alfabeto.
De modo que uno lo intenta con los gestos. Pero es que los gestos tampoco son tan evidentes. Cuando pides permiso para hacer una foto, menean la cabeza hacia los lados trazando simbolos del infinito o relojes de arena. Uno piensa que eso significa "bueno, si te empenhas...", pero resulta que es que si. Pero no siempre. Entonces preguntas para asegurarte y te sueltan otro gesto diferente. O intentas enterarte de como llegar a algun lado y, claro, pronuncias mal la direccion y lo mismo te entienden que no. Mejor si llevas la tarjeta de tu hotelucho. Entonces, para decir que vayas recto, te indican la diagonal de la derecha y ya no entiendes nada. O, si no saben donde esta, algunos prefieren no reconocerlo y decirte cualquier cosa, de modo que no es raro ir a parar al quinto infierno.
Seria mas facil si el funcionamiento del transporte publico fuera comprensible. Pero para mi no suele serlo. Hay tantos tipos de autobuses, publicos, menos publicos, mas privados, microbuses, autorikshas, ciclorikshas, que se yo, por no hablar de los taxis, que pasamos de utilizar. En otras ciudades uno ve la marquesina, el recorrido, los horarios. Aqui... no. Si ni siquiera reconozco las paradas!
O el transporte de largo recorrido. Quieres coger un bus? Vale, pero primero hay que encontrar la estacion correcta. Un tren? Cuatro cuartos de lo mismo. Te dicen que sale de la estacion de Nueva Delhi, vas con una hora de antelacion y al ver la mole del edificio, la masa de gente, sientes que vas a tardar dos en encontrar el anden. No hay tablon, todo lo dicen por megafonia, de modo que hay que estar atentisimo. Menos mal que lo dicen tambien en ingles, cuando no se les olvida, como nos paso a nosotros. Que pasa cuando tienes un tren a las ocho de la manhana y no lo han anunciado? Pues, una de dos: o te entran los nervios y te desesperas buscando alguna informacion, cosa nada facil, o resignadamente asumes que, con toda probabilidad, tu tren viene de otro lado con retraso directamente proporcional a la distancia desde el origen. Esa es una de las pocas cosas de las que cabe estar seguro en India. Cuando tu tren no ha llegado en seis horas, nadie sabe nada, unos te dicen que ya se ha ido, otros que no existe tal tren, y otros que debe de estar al llegar, solo puedes elegir entre reirte o llorar.
Igual que el horario de Greenwich se llama GMT, el de India se llama IST. Oficialmente, son las siglas de "Indian Standard Time". Muchos afirman que, en realidad, significa "Indian Stretchable Time". En un tiempo elastico todo cabe, quince minutos pueden durar sesenta, mientras que doce horas caben en seis. ?Milagro? No, probablemente Einstein sabria explicarlo. A los occidentales. Los de aqui no lo necesitan.
Tampoco cabe estar seguro en cuanto a las comidas y bebidas. Viendo como lavan los platos y cubiertos en algunos lugares, de lo mas seguro que se puede estar es de pillar una gastroenteritis, por no hablar de cosas mas graves. Al principio uno se resiste firmemente a las tentaciones de olores, sabores, ingredientes y nombres nuevos, pero luego se va relajando y procurando no pensar en lo que puede ocurrir. Supongo que habra quien rece.
Y los precios. Bueno, esta vez no tengo la sensacion de que nos esten intentando tangar a cada paso, como nos ocurrio en el Rajasthan, pero a veces si que lo hacen, aunque no llegan a las exageraciones de la otra vez (como pedirte diez veces lo que cuestan las cosas). Pero hay que estar siempre atento y regatear. Y, a veces, darse cuenta de que, al fin y al cabo, estas pagando solo un euro o dos de mas y, lo que para ti es una diferencia pequenha, para ellos puede ser la comida de varios dias.
Y, por ultimo, aunque esta vez tampoco tengo queja, esta la incertidumbre con respecto a las intenciones de toda esa gente que se te acerca, que te propone cosas, servicios, ayudas. La verdad es que esta vez estamos siendo muy confiados y, de momento, toquemos madera, nos esta saliendo bien. Que siga asi. Esta claro que, en este sentido y en muchos otros, mas vale evitar los lugares tipicamente turisticos, donde estan acostumbrados a exprimir al guiri todo lo que puedan.
De momento, eso si, incertidumbre no significa inseguridad. El otro dia nos perdimos totalmente en Jammu, se nos hizo de noche, estabamos al lado de una enorme estacion de autobuses (lugares que, como todo el mundo sabe, suelen tener una fauna particular), llamabamos muchisimo la atencion de todos, se nos acercaba todo tipo de mendigos y lisiados mas o menos insistentes, y en ningun momento sentimos el miedo que podriamos haber sentido en circunstancias similares incluso en Europa.
Toda esta incertidumbre trae consigo una leccion. Poco a poco, uno va desprendiendose de las expectativas, va ejercitando la paciencia y la resignacion y aprendiendo a aceptar lo que viene, que en este pais nunca es poco, desarrollando de paso la capacidad de observacion, pues la pelicula de la vida desfila dia y noche ante tus ojos.
lunes, 22 de junio de 2009
Jammu
Bueno, pues tenia mil cosas que escribir acerca del viaje de hoy, pero parece que Ania esta enferma, me ha echado de la habitacion porque queria vomitar, y llevo un rato deambulando en busca de internet al menos para dejar noticia de que estamos en el estado de Jammu & Kashmir y, si todo va bien, manhana partimos para Srinagar, capital de verano de Cachemira. La verdad es que Ania me tiene preocupado, espero que no sea nada. Yo tambien estoy empezando a notar unos sintomas extranhos...
De Amritsar a Jammu
Diana a las 4:30, antes de que salga el sol. Estamos haciendo la mochila a toda prisa cuando se va la luz. Curiosamente, sigue funcionando el ventilador. De los mil interruptores misteriosos que hay en la pared, no conseguimos exprimir ni una gota de claridad. Terminamos con el equipaje iluminandonos con los moviles. Al bajar al patio a traves del cual se sale a la calle, nos encontramos el porton cerrado. En medio del patio, en ropa interior pringosa, encogido sobre un catre de mimbre como un bebe de piernecillas raquiticas, duerme el vejete de la recepcion. Al lado de la casicama, una botella de agua y un paquete de tabaco. A pesar de lo borde que ha sido, me da pena despertarlo. Saca la llave de debajo de la almohada, nos abre sin decir palabra y vuelve a cerrar sin despedirse.
Para ver lo que es la vida en la India, hay que levantarse al amanecer, antes de que el sol anime los colores que maquillaran un tanto la realidad. Al amanecer, cuando aun duermen en las calles los que no tienen otra cama. Solos, en racimos, en sartas o en hileras. Cualquier lugar vale: bajo un arbol, en los escalones de un portal, en un amago de acera, un muro del que para caerse diez metros mas abajo basta con darse la vuelta. Pero no creo que tengan el suenho inquieto aquellos para quienes la vida no se diferencia mucho de una pesadilla.
El bus de las 6 no tiene aire acondicionado. Tan temprano no hace falta, o eso deben de pensar los indios. Me pongo los cascos, no para escuchar musica, sino para amortiguar el estruendo del motor, el castanheteo de las ventanas que tiritan, pero no de frio, y el tableteo del aire polvoriento que entra por ellas a borbotones, los quejidos de la estructura entera del autobus, que cruje, gime o chirria en cada bache o desnivel, o sea, sin parar, las conversaciones a voz en cuello en el asiento de atras, los llantos de los ninhos en el de al lado, la musica metalica que esta escuchando en el movil el chaval de mas alla... Pero no consigo dormir.
El viaje transcurre en modo stand-by, en ese estado en el que el cansancio atrasado amortigua los sentidos, y el calor, los ruidos y el traqueteo parecen venir de muy lejos, de otra realidad, y diluirse un tanto por el camino.
Hacemos un alto, para bajar del bus hayque atravesar habilmente la barricada de bolsas, bolsones y termos que bloquean el pasillo, menos mal que hemos conseguido incrustar nuestros mochilones en el exiguo espacio de los maleteros que cuelgan del techo (arrancando en el intento el unico altavoz, por otra parte meramente decorativo, que debia de quedar en todo el bus, a juzgar por los cables que cuelgan por aqui y por alla), con la esperanza de que el rozamiento venza a la fuerza de la gravedad y no acaben por caerse en la cabeza de nadie en alguna curva. Pero el camino es bastante recto.
Como digo, un alto en el camino. Enseguida el autobus queda sitiado por vendedores ambulantes que acuden corriendo, llevan sobre la cabeza, en equilibrio admirable, enormes bandejas redondas con piramides de bolitas amarillas que supongo comestibles, mientras por las ventanas desfilan botellas de bebidas frias y diversos snacks fritos. Opto por bajar a estirar las piernas y comprarme un paquete de galletas, una cocacola y un zumo de naranja embotellado. Mi aparato digestivo no esta para bromas. Tras media hora al sol, reanudamos el viaje en coctelera. Dudo que los 90 quilometros que quedan hasta Jammu me basten para escribir este texto, pero mis calculos son erroneos. Mas de dos horas despues, llegamos a Jammu.
Para ver lo que es la vida en la India, hay que levantarse al amanecer, antes de que el sol anime los colores que maquillaran un tanto la realidad. Al amanecer, cuando aun duermen en las calles los que no tienen otra cama. Solos, en racimos, en sartas o en hileras. Cualquier lugar vale: bajo un arbol, en los escalones de un portal, en un amago de acera, un muro del que para caerse diez metros mas abajo basta con darse la vuelta. Pero no creo que tengan el suenho inquieto aquellos para quienes la vida no se diferencia mucho de una pesadilla.
El bus de las 6 no tiene aire acondicionado. Tan temprano no hace falta, o eso deben de pensar los indios. Me pongo los cascos, no para escuchar musica, sino para amortiguar el estruendo del motor, el castanheteo de las ventanas que tiritan, pero no de frio, y el tableteo del aire polvoriento que entra por ellas a borbotones, los quejidos de la estructura entera del autobus, que cruje, gime o chirria en cada bache o desnivel, o sea, sin parar, las conversaciones a voz en cuello en el asiento de atras, los llantos de los ninhos en el de al lado, la musica metalica que esta escuchando en el movil el chaval de mas alla... Pero no consigo dormir.
El viaje transcurre en modo stand-by, en ese estado en el que el cansancio atrasado amortigua los sentidos, y el calor, los ruidos y el traqueteo parecen venir de muy lejos, de otra realidad, y diluirse un tanto por el camino.
Hacemos un alto, para bajar del bus hayque atravesar habilmente la barricada de bolsas, bolsones y termos que bloquean el pasillo, menos mal que hemos conseguido incrustar nuestros mochilones en el exiguo espacio de los maleteros que cuelgan del techo (arrancando en el intento el unico altavoz, por otra parte meramente decorativo, que debia de quedar en todo el bus, a juzgar por los cables que cuelgan por aqui y por alla), con la esperanza de que el rozamiento venza a la fuerza de la gravedad y no acaben por caerse en la cabeza de nadie en alguna curva. Pero el camino es bastante recto.
Como digo, un alto en el camino. Enseguida el autobus queda sitiado por vendedores ambulantes que acuden corriendo, llevan sobre la cabeza, en equilibrio admirable, enormes bandejas redondas con piramides de bolitas amarillas que supongo comestibles, mientras por las ventanas desfilan botellas de bebidas frias y diversos snacks fritos. Opto por bajar a estirar las piernas y comprarme un paquete de galletas, una cocacola y un zumo de naranja embotellado. Mi aparato digestivo no esta para bromas. Tras media hora al sol, reanudamos el viaje en coctelera. Dudo que los 90 quilometros que quedan hasta Jammu me basten para escribir este texto, pero mis calculos son erroneos. Mas de dos horas despues, llegamos a Jammu.
domingo, 21 de junio de 2009
Amritsar (II)
Por fin duermo siete horas y pico a pierna suelta, el air-cooler funciona estupendamente. Enseguida echamos a andar, mientras voy desayunandome los lichis que me compre anoche. Parece que hace mas calor (incluso) que ayer. Tiramos por unas callejuelas de lo que supongo que es el centro, cuestion dificil de dilucidar en la India. Dentro de una puerta que da acceso a un patio nos topamos con una mezquita blanca con dos torres coronadas por cupulas, un estanque delante y un monton de ninhos correteando alrededor. Usando como tarjeta de presentacion la sonrisa que estoy puliendo en este pais, pido permiso a un joven musulman de barba, tunica y casquete blancos y bicicleta negra que esta a la entrada. Hacemos unas cuantas fotos, los ninhos, al igual que los de otras religiones, se arremolinan para posar, aunque la mayoria no se atreve a traspasar la barrera que hay entre el estanque y la parte donde nos hemos quedado nosotros. Al cabo de un rato el joven de la entrada pega un grito a los ninhos para que se aparten y nos da a entender por gestos que ya basta. Yo le sonrio y le doy la mano, Ania le sonrie y le tiende la mano, pero el hace gesto de que no. No se si es que no puede tocar a una mujer o que.
Al salir hay un puesto con camisas (que, por cierto, aqui se llaman "kameez", pronunciado casi como "camis", con acento en la i). Llevo tiempo con ganas de tener una camisa india, me gusta su corte, asi que me compro una por cincuenta rubias (un euro con un par de centimos), el vendedor eleva las manos al cielo dando gracias.
Deambulando por una de las calles principales, Hall Bazaar, nos entra hambre. Veo un bar (o sea, una cueva abierta a la calle, con un mostrador, dos mesas dentro y un fondo muy oscuro, paredes y suelo de cemento con manchas negras), en un fogon de gas estan friendo una masa con buena pinta. Como churros, pero aplanados y finitos, y al echarlos en el aceite se inflan como una pompa. Me pido uno, pero resulta que viene acompanhado de garbanzos. No se si se puede comer en un sitio asi, de modo que les digo que solo quiero la pasta para comermela por el camino, por lo que me meten el sabji en una bolsita de plastico. Al final decido que mas vale sentarme alli dentro y comermelo, y que sea lo que Shiva quiera. La comida no esta mal... y cuesta el ridiculo precio de ocho rubias...
Al salir vemos una tienda de ropa. Las tiendas de ropa indias son dignas de verse. En el exiguo espacio de la cueva, las paredes estan cubiertas de arriba a abajo de telas de diferentes colores y disenhos, los vendedores estan arrodillados sobre una tarima en la que despliegan con gran habilidad capas y capas de telas para ensenhar a los clientes sentados en un banquito. Ania quiere comprarse un sari. Yo acabo haciendome dos camisas a medida con una tela que elijo. En total, tela y sastre, 500 rubias. Y estoy seguro de que podriamos haber regateado mas. Quedamos en recoger la ropa a la tarde.
Seguimos paseando, en busca de internet, cosa que resulta mas dificil de encontrar que el santo grial, encima siendo domingo. Dos tipos con un carrito venden cocos verdes, dicen que cuestan 15 rubias, pedimos uno cada uno, nos los abren con un cuchillon y nos dan una pajita para bebernos el agua, luego cortan un pedazo de la "tapa" para que lo usemos como cuchara, pero preferimos usar la de aluminio que lleva Ania para raspar el interior del coco, que es como una capita de moco blanco. A mi no me gusta demasiado, pero me pido otro coco para beberme el agua. A la hora de pagar, les doy 100 rubias, me devuelven 10. Les digo que de que van, que han dicho que el precio es 15. Entonces me devuelven 10 mas. Pero, vamos a ver, ?como tres cocos van a costar ochenta? Muy bueno en matematicas no sere, pero idiota tampoco. Entonces el tipo me escribe en su movil "25". Mas a mi favor: el mismo esta reconociendo que nos esta timando. Al final me devuelve otras cinco, pero estoy seguro de que antes habiamos quedado en 15 por coco. No tengo ganas de discutir.
Frente a un enorme templo hindu hay un gran tenderete montado, bajo el toldo varias personas reparten comida, predomina la gente pobre. Al vernos por alli insisten en invitarnos, casi nos obligan. Nos dan la comida ("kari", dicen) en cuenquitos hechos de hojas de alguna planta, preciosos, mas un pan redondo para usarlo de cuchara. Un vejete barbudo y simpatico vestido de blanco nos empuja al atrio del templo, donde un monton de gente come sentada a los lados, y nos hace sentarnos en sendos asientos de motos que hay aparcadas alli. Ania se come lo suyo, yo considero que ya he hecho suficientes experimentos por hoy y discretamente me lo llevo para tirarlo por ahi, sintiendolo mucho.
Pero poco mas adelante, a la entrada de otro templo, hay un ambigu con bastante buena pinta y mucha gente comiendo. Pido un pastelito que veo, resulta que tambien va acompanhado de garbanzos. Me cobran por todo 7 rubias. Increible lo barato que se puede comer en este pais.
Seguimos buscando internet, sin exito. El plan era pasar las horas de mas calor dentro de algun ciber, pero las estamos pasando a pleno sol en una mision imposible. Tiramos hacia el Golden Temple, al lado hay un parque en memoria de los miles de indios fusilados alli mismo en 1919 por oponerse pacificamente al gobierno britanico. Al igual que ayer en el templo, apenas hay extranjeros, enseguida nos convertimos en el centro de atencion y todo el mundo quiere fotos con o de nosotros. Pero al final el asedio ya se vuelve insoportable, Ania esta mareada por el calor y nos metemos en un restaurante con aire acondicionado a tomar algo. Yo, una cocacola, un litro de agua y un empalagoso lassi de vainilla.
Para volver a recoger la ropa el rikshero (de los de bici) quiere cobranos 50, cuando hemos venido antes por 15. Encontramos otro mas sensato, recogemos nuestra ropita a medida, comemos algo y volvemos al Golden Temple, donde hemos quedado con Raju. Pero no aparece. Nos sentamos junto a una columna para esperar a que anochezca, pues queremos ver el templo iluminado. Es increible, hay todavia mas gente que de dia, apenas se puede circular, y eso que el espacio es gigantesco. Se nos acopla Tejinder, un sikh que habla bien ingles, al principio no le hacemos mucho caso, pero lo que cuenta es interesante, al final acaba guiandonos por alli y ensenhandonos cosas que solos no habriamos visto, sobre todo la cocina, !impresionante! A las 10 de la noche aquello esta tan lleno que no cabe un alfiler, y eso que realmente el comedor tiene el tamanho de un polideportivo. En la cocina hay enormes fogones con ollas gigantescas, donde voluntarios remueven la comida con palos que parecen remos. Segun Tejinder, alli comen 150.000 personas cada dia, es decir, !un millon por semana! Cocina y comedor estan abiertos dia y noche. Es que el Golden Temple es como el Vaticano de la religion sikh, pero ademas en los templos sikhs son bienvenidas las personas de todas las religiones, y a todos los peregrinos y visitantes se les proporciona la oportunidad de lavarse, comer y dormir. Una experiencia interesantisima. Pero yo estoy ya destrozado desde hace horas y, tras dos horas con Tejinder, necesito retirarme a descansar. Al salir, me llama la atencion la animacion y el colorido de las calles a esas horas de la noche. El se monta en una ciclorriksha con nosotros, que a duras penas consigue abrirse paso entre el abigarrado gentio, nos deja casi en la puerta del guesthouse sin permitirnos pagar ni una rupita, y se va a coger una autorriksha para no se donde, a diez quilometros de Amritsar. Vive en Delhi, pero siempre que puede viene a pasar el fin de semana en el templo y a hacer de guia gratuitamente a los turistas, que, por lo visto, no siempre lo aceptan con confianza. A nosotros nos ha hecho un gran favor.
Estoy hecho polvo, se me cierran los ojos, va a dar medianoche, hace una hora que el tipo del guesthouse esta dando vueltas a mi alrededor y haciendo ruidos para echarme, me voy a duchar y a acostar. Manhana a las 6 de la manhana cogemos el bus para ir a Jammu, en Cachemira, la parada siguiente, en principio, sera Srinagar, a pesar de que en la embajada espanhola, sin justificar mucho el porque, nos han aconsejado que no vayamos.
Al salir hay un puesto con camisas (que, por cierto, aqui se llaman "kameez", pronunciado casi como "camis", con acento en la i). Llevo tiempo con ganas de tener una camisa india, me gusta su corte, asi que me compro una por cincuenta rubias (un euro con un par de centimos), el vendedor eleva las manos al cielo dando gracias.
Deambulando por una de las calles principales, Hall Bazaar, nos entra hambre. Veo un bar (o sea, una cueva abierta a la calle, con un mostrador, dos mesas dentro y un fondo muy oscuro, paredes y suelo de cemento con manchas negras), en un fogon de gas estan friendo una masa con buena pinta. Como churros, pero aplanados y finitos, y al echarlos en el aceite se inflan como una pompa. Me pido uno, pero resulta que viene acompanhado de garbanzos. No se si se puede comer en un sitio asi, de modo que les digo que solo quiero la pasta para comermela por el camino, por lo que me meten el sabji en una bolsita de plastico. Al final decido que mas vale sentarme alli dentro y comermelo, y que sea lo que Shiva quiera. La comida no esta mal... y cuesta el ridiculo precio de ocho rubias...
Al salir vemos una tienda de ropa. Las tiendas de ropa indias son dignas de verse. En el exiguo espacio de la cueva, las paredes estan cubiertas de arriba a abajo de telas de diferentes colores y disenhos, los vendedores estan arrodillados sobre una tarima en la que despliegan con gran habilidad capas y capas de telas para ensenhar a los clientes sentados en un banquito. Ania quiere comprarse un sari. Yo acabo haciendome dos camisas a medida con una tela que elijo. En total, tela y sastre, 500 rubias. Y estoy seguro de que podriamos haber regateado mas. Quedamos en recoger la ropa a la tarde.
Seguimos paseando, en busca de internet, cosa que resulta mas dificil de encontrar que el santo grial, encima siendo domingo. Dos tipos con un carrito venden cocos verdes, dicen que cuestan 15 rubias, pedimos uno cada uno, nos los abren con un cuchillon y nos dan una pajita para bebernos el agua, luego cortan un pedazo de la "tapa" para que lo usemos como cuchara, pero preferimos usar la de aluminio que lleva Ania para raspar el interior del coco, que es como una capita de moco blanco. A mi no me gusta demasiado, pero me pido otro coco para beberme el agua. A la hora de pagar, les doy 100 rubias, me devuelven 10. Les digo que de que van, que han dicho que el precio es 15. Entonces me devuelven 10 mas. Pero, vamos a ver, ?como tres cocos van a costar ochenta? Muy bueno en matematicas no sere, pero idiota tampoco. Entonces el tipo me escribe en su movil "25". Mas a mi favor: el mismo esta reconociendo que nos esta timando. Al final me devuelve otras cinco, pero estoy seguro de que antes habiamos quedado en 15 por coco. No tengo ganas de discutir.
Frente a un enorme templo hindu hay un gran tenderete montado, bajo el toldo varias personas reparten comida, predomina la gente pobre. Al vernos por alli insisten en invitarnos, casi nos obligan. Nos dan la comida ("kari", dicen) en cuenquitos hechos de hojas de alguna planta, preciosos, mas un pan redondo para usarlo de cuchara. Un vejete barbudo y simpatico vestido de blanco nos empuja al atrio del templo, donde un monton de gente come sentada a los lados, y nos hace sentarnos en sendos asientos de motos que hay aparcadas alli. Ania se come lo suyo, yo considero que ya he hecho suficientes experimentos por hoy y discretamente me lo llevo para tirarlo por ahi, sintiendolo mucho.
Pero poco mas adelante, a la entrada de otro templo, hay un ambigu con bastante buena pinta y mucha gente comiendo. Pido un pastelito que veo, resulta que tambien va acompanhado de garbanzos. Me cobran por todo 7 rubias. Increible lo barato que se puede comer en este pais.
Seguimos buscando internet, sin exito. El plan era pasar las horas de mas calor dentro de algun ciber, pero las estamos pasando a pleno sol en una mision imposible. Tiramos hacia el Golden Temple, al lado hay un parque en memoria de los miles de indios fusilados alli mismo en 1919 por oponerse pacificamente al gobierno britanico. Al igual que ayer en el templo, apenas hay extranjeros, enseguida nos convertimos en el centro de atencion y todo el mundo quiere fotos con o de nosotros. Pero al final el asedio ya se vuelve insoportable, Ania esta mareada por el calor y nos metemos en un restaurante con aire acondicionado a tomar algo. Yo, una cocacola, un litro de agua y un empalagoso lassi de vainilla.
Para volver a recoger la ropa el rikshero (de los de bici) quiere cobranos 50, cuando hemos venido antes por 15. Encontramos otro mas sensato, recogemos nuestra ropita a medida, comemos algo y volvemos al Golden Temple, donde hemos quedado con Raju. Pero no aparece. Nos sentamos junto a una columna para esperar a que anochezca, pues queremos ver el templo iluminado. Es increible, hay todavia mas gente que de dia, apenas se puede circular, y eso que el espacio es gigantesco. Se nos acopla Tejinder, un sikh que habla bien ingles, al principio no le hacemos mucho caso, pero lo que cuenta es interesante, al final acaba guiandonos por alli y ensenhandonos cosas que solos no habriamos visto, sobre todo la cocina, !impresionante! A las 10 de la noche aquello esta tan lleno que no cabe un alfiler, y eso que realmente el comedor tiene el tamanho de un polideportivo. En la cocina hay enormes fogones con ollas gigantescas, donde voluntarios remueven la comida con palos que parecen remos. Segun Tejinder, alli comen 150.000 personas cada dia, es decir, !un millon por semana! Cocina y comedor estan abiertos dia y noche. Es que el Golden Temple es como el Vaticano de la religion sikh, pero ademas en los templos sikhs son bienvenidas las personas de todas las religiones, y a todos los peregrinos y visitantes se les proporciona la oportunidad de lavarse, comer y dormir. Una experiencia interesantisima. Pero yo estoy ya destrozado desde hace horas y, tras dos horas con Tejinder, necesito retirarme a descansar. Al salir, me llama la atencion la animacion y el colorido de las calles a esas horas de la noche. El se monta en una ciclorriksha con nosotros, que a duras penas consigue abrirse paso entre el abigarrado gentio, nos deja casi en la puerta del guesthouse sin permitirnos pagar ni una rupita, y se va a coger una autorriksha para no se donde, a diez quilometros de Amritsar. Vive en Delhi, pero siempre que puede viene a pasar el fin de semana en el templo y a hacer de guia gratuitamente a los turistas, que, por lo visto, no siempre lo aceptan con confianza. A nosotros nos ha hecho un gran favor.
Estoy hecho polvo, se me cierran los ojos, va a dar medianoche, hace una hora que el tipo del guesthouse esta dando vueltas a mi alrededor y haciendo ruidos para echarme, me voy a duchar y a acostar. Manhana a las 6 de la manhana cogemos el bus para ir a Jammu, en Cachemira, la parada siguiente, en principio, sera Srinagar, a pesar de que en la embajada espanhola, sin justificar mucho el porque, nos han aconsejado que no vayamos.
sábado, 20 de junio de 2009
Amritsar
[Esto es India... Ayer, cuando por fin habia conseguido encontrar internet y estaba escribiendo, se fue la luz... Se me acumulan las vivencias, asi que las entradas anteriores ire completandolas segun vaya pudiendo. Permitidme que me salte un par de capitulos y vaya a lo de hoy.]
Hoy ha sido el mejor dia que he pasado en India.
Los padres de Kevin nos despertaron a las cuatro y media y enseguida vino a buscarnos su chofer para llevarnos a la estacion de autobuses, no sin pasar antes por un gurudwara (templo sikh) a hacer la ofrenda matutina.
Del bus, poco que contar. Sobre las 10 de la manhana estabamos en Amritsar. Nada mas bajar del bus nos entro un tipo ofreciendonos alojamiento. Una doble con air-cooler por 300 rupias, menos de cinco euros. Resulto ser un rikshero (de los de bicicleta). Nos encajamos a presion en su incomodo carromato, sujetando las mochilas para que no se cayeran y llegamos al guesthouse. La habitacion no estaba mal por ese precio (yo la definiria como una suite cochambrosilla), hace un par de anhos quiza me lo hubiera planteado, pero a dia de hoy nos parecio perfecta. Nos cambiamos de ropa y, yo con mis mejores galas (una camisa blanca que me compre el otro dia), fuimos a ver el famoso Golden Temple, un importantisimo centro de peregrinacion sikh.
A pesar del acoso constante de los riksheros por el camino, decidimos ir a pie. Las calles me recordaron la India que yo conocia, un caos que no es el de Chandigarh, las tiendas abiertas a la calle, el trafico como un rio de lava multicolor, la gente sonriendonos sin mas... Las tiendas ocupan todos los bajos de los edificios, de modo que cualquier calle importante es en si un bazar. Al pasar por delante de una de ellas, salio un sikh a llamarnos y nos obligo a sentarnos con el y un par de sikhs mas a tomar algo frio. Pedimos una cocacola cada uno, que nos sento de maravilla, era justo lo que necesitabamos para reponer fuerzas. No quisieron cobrarnos. Otro de los sikhs, un barbudo dignisimo y atractivo en su madurez, vestido de blanco de los pies al turbante, nos ensenho su carnet de subinspector de policia y nos dio su numero de movil por si necesitaramos algo. Luego se hicieron un monton de fotos con nosotros. Nos conmovieron.
Seguimos andando un rato, nos compramos unos mangos que nos zampamos por el camino, y llegamos al famoso Golden Temple, que realmente es impresionante. No tanto el propio templo dorado, que esta en medio de un laguito artificial, como la construccion de marmol blanco que lo rodea, la cantidad de gente de todas las edades y, entre tantos miles, no vi ningun rostro palido aparte de nosotros. Todo el mundo venia a saludarnos, a darnos la mano, a pedirles que les hicieramos fotos, a hacernos fotos a nosotros o a hacerse fotos con nosotros, casi siempre con el movil. Si hubiera montado un fotomaton, me habria hecho mas de oro que el propio templo. Hice unos cuantos retratos que me gustan mucho, sobre todo el de una ninha con los ojos mas impresionantes que he visto en mi vida. La acabo de subir a flickr, sin procesar. Entre tanto lio nos tuvieron parados a pleno sol sin movernos del mismo sitio como una hora. Increible. De tanto posar con la sonrisa profident, se me quedo la mueca congelada, pero he decidido salir siempre sonriendo en las fotos de los indios, aunque sea un poco falso, para que se queden mas contentos. Conocemos a un chaval que se llama Raju, vive en Canada y ha vuelto para aprender a tocar la tabla, mi instrumento indio preferido. Nos autoinvitamos a que, al dia siguiente, nos haga una demostracion, y quedamos para las 7.
Salimos de alli deshidratados y nos fuimos a comer y beber algo. Enfrente del templo habia un restaurante con bastante buena pinta (para la India, quiero decir) y pedi mi plato favorito, el palak paneer (espinacas con trozos de queso blanco). Luego fuimos a coger el jeep con el que habiamos quedado para que nos llevara hasta Waga Border, la frontera con Paquistan, a 35 quilometros de Amritsar. Lo de Waga lo he visto escrito ya con una hache o con dos, distribuidas por diferentes lugares de la palabra, asi que me atengo a la version simplificada. El tipo nos dijo que al final el jeep iba lleno, pero que nos metia en un coche con mas gente y, por el privilegio de ir delante (es decir, Ania y yo apretados en el asiento del copiloto), nos cobraba 50 rupias mas. Le dijimos que ni de conha. Al final nos enteramos de que los otros tres pasajeros, todos de Delhi y Mumbai, habian pagado 120 cada uno. Nosotros, 150 entre los dos...
Waga Border, que movida... Primero, al llegar, cientos de camiones aparcados a un lado haciendo cola, gente tirada en mantas entre ellos, durmiendo. Luego, un atasco tremendo, de modo que el coche nos deja en cualquier lado y quedamos luego para vernos. Despues, una cola quilometrica, apenas hay guiris, todo son indios. Intentamos colarnos, pero no nos quieren dejar, en vez de decirnos nada se agarran unos a otros de la ropa y no nos dejan meternos. Pero de repente la cola se desorganiza, empieza a pasar gente por todos lados y nosotros tambien adelantamos puestos. Aquello se convierte en una masa de gente que los militares, gritandonos como a ganado, intentan organizar. Distribuyen a la gente para un lado y para otro, pero sin mucha conviccion. Al llegar a las tribunas, aquello se convierte en una locura. Para coger el mejor lugar la gente se empuja, se aplasta, se machaca, los hay que trepan por las barandillas y las saltan, arriesgando la vida propia y la de los que estan debajo. Nos metemos entre el gentio, porque, ya que estamos alli, no queremos quedarnos sin lugar en las tribunas. Pero aquello es peor de lo que parece. Yo lucho por salvar mi camara y que no se me caiga el bolso que llevo a la cintura, Ania lleva en la mano mi teleobjetivo, porque nos han obligado a dejar la mochila en el coche (visto lo visto, no me extranha), lo protege como puede, aunque en el fervor del forcejeo acaba perdiendo la tapa, ni siquiera pensamos en recuperarla, empujamos como podemos, la presion viene de todos lados, menos mal que jugue al rugby muchos anhos, aunque nada tiene que ver una mele de ocho personas con una de ochocientas o mas, consigo abrirnos paso protegiendo como puedo a Ania, un tipo (de los pocos mas altos que yo) le da un codazo en la cara, pero Ania no se corta un pelo y se lo devuelve, y yo inmediatamente le pego semejante sarta de gritos que se acojona. Tras varios minutos estamos en las gradas, sanos y salvos, chorreando sudor y jadeando, pero contentisimos de haberlo logrado. Somos los unicos guiris alli, los demas, no se como, estan en una tribuna especial, en la primera fila. Seran los que mejor vean el espectaculo, pero eso es lo menos importante del dia, apenas un desfile de cinco o seis militares indios altisimos y con un gorro acabado en una especie de abanico que les da aspecto de gallos, que desfilan subiendo las piernas hasta mas arriba de la cabeza y, una vez llegados a la verja fronteriza, dan patadas teatrales y hacen gestos amenazadores como si aplastaran una colilla, mientras la multitud les vitorea y corea consignas nacionalistas y al otro lado de la valla los paquistanies hacen lo mismo (supongo, porque desde donde estamos no se ve). Sin embargo, nosotros tenemos enfrente la vista de la grada de las mujeres, algo impresionante, miles de puntitos con saris de mil colores chillones. Esa imagen me interesa mucho mas que la histrionica demostracion. Por los altavoces se oyen consignas a las que miles de gargantas responden en masa, como si de un estadio de futbol se tratase: "Hin-dus-tan, Zin-ga-bad, Hin-dus-tan, Zin-ga-bad"... Nos unimos al juego. Justo detras de nosotros, en el escalon superior, estan dos sikhs jovenes, con el pelo recogido en un monho sobre la frente y gafas de sol, que se hicieron fotos con nosotros en el Golden Temple. Llega un momento en que nos aburrimos y decidimos escaquearnos, abriendonos paso entre la muchedumbre, antes de que empiecen a salir todos. Hacemos bien: enseguida se acaba la ceremonia y salen todos despues que nosotros. En el coche de vuelta, resulta que uno de nuestros companheros de enlatado es un indio de Mumbai que, escasas horas antes, a la entrada del Golden Temple, me pidio que le hiciera una foto. Yo no lo recordaba, pero el a nosotros si. Que pequenho es el mundo. O que limitado es el circuito turistico en Amritsar.
Volvemos a Amritsar excitados por las vivencias del dia, la verdad es que nos lo hemos pasado genial, ojala el resto del viaje sea asi!! Ademas, por fin he sentido que Ania y yo podemos ser estupendos companheros de viaje.
Hoy ha sido el mejor dia que he pasado en India.
Los padres de Kevin nos despertaron a las cuatro y media y enseguida vino a buscarnos su chofer para llevarnos a la estacion de autobuses, no sin pasar antes por un gurudwara (templo sikh) a hacer la ofrenda matutina.
Del bus, poco que contar. Sobre las 10 de la manhana estabamos en Amritsar. Nada mas bajar del bus nos entro un tipo ofreciendonos alojamiento. Una doble con air-cooler por 300 rupias, menos de cinco euros. Resulto ser un rikshero (de los de bicicleta). Nos encajamos a presion en su incomodo carromato, sujetando las mochilas para que no se cayeran y llegamos al guesthouse. La habitacion no estaba mal por ese precio (yo la definiria como una suite cochambrosilla), hace un par de anhos quiza me lo hubiera planteado, pero a dia de hoy nos parecio perfecta. Nos cambiamos de ropa y, yo con mis mejores galas (una camisa blanca que me compre el otro dia), fuimos a ver el famoso Golden Temple, un importantisimo centro de peregrinacion sikh.
A pesar del acoso constante de los riksheros por el camino, decidimos ir a pie. Las calles me recordaron la India que yo conocia, un caos que no es el de Chandigarh, las tiendas abiertas a la calle, el trafico como un rio de lava multicolor, la gente sonriendonos sin mas... Las tiendas ocupan todos los bajos de los edificios, de modo que cualquier calle importante es en si un bazar. Al pasar por delante de una de ellas, salio un sikh a llamarnos y nos obligo a sentarnos con el y un par de sikhs mas a tomar algo frio. Pedimos una cocacola cada uno, que nos sento de maravilla, era justo lo que necesitabamos para reponer fuerzas. No quisieron cobrarnos. Otro de los sikhs, un barbudo dignisimo y atractivo en su madurez, vestido de blanco de los pies al turbante, nos ensenho su carnet de subinspector de policia y nos dio su numero de movil por si necesitaramos algo. Luego se hicieron un monton de fotos con nosotros. Nos conmovieron.
Seguimos andando un rato, nos compramos unos mangos que nos zampamos por el camino, y llegamos al famoso Golden Temple, que realmente es impresionante. No tanto el propio templo dorado, que esta en medio de un laguito artificial, como la construccion de marmol blanco que lo rodea, la cantidad de gente de todas las edades y, entre tantos miles, no vi ningun rostro palido aparte de nosotros. Todo el mundo venia a saludarnos, a darnos la mano, a pedirles que les hicieramos fotos, a hacernos fotos a nosotros o a hacerse fotos con nosotros, casi siempre con el movil. Si hubiera montado un fotomaton, me habria hecho mas de oro que el propio templo. Hice unos cuantos retratos que me gustan mucho, sobre todo el de una ninha con los ojos mas impresionantes que he visto en mi vida. La acabo de subir a flickr, sin procesar. Entre tanto lio nos tuvieron parados a pleno sol sin movernos del mismo sitio como una hora. Increible. De tanto posar con la sonrisa profident, se me quedo la mueca congelada, pero he decidido salir siempre sonriendo en las fotos de los indios, aunque sea un poco falso, para que se queden mas contentos. Conocemos a un chaval que se llama Raju, vive en Canada y ha vuelto para aprender a tocar la tabla, mi instrumento indio preferido. Nos autoinvitamos a que, al dia siguiente, nos haga una demostracion, y quedamos para las 7.
Salimos de alli deshidratados y nos fuimos a comer y beber algo. Enfrente del templo habia un restaurante con bastante buena pinta (para la India, quiero decir) y pedi mi plato favorito, el palak paneer (espinacas con trozos de queso blanco). Luego fuimos a coger el jeep con el que habiamos quedado para que nos llevara hasta Waga Border, la frontera con Paquistan, a 35 quilometros de Amritsar. Lo de Waga lo he visto escrito ya con una hache o con dos, distribuidas por diferentes lugares de la palabra, asi que me atengo a la version simplificada. El tipo nos dijo que al final el jeep iba lleno, pero que nos metia en un coche con mas gente y, por el privilegio de ir delante (es decir, Ania y yo apretados en el asiento del copiloto), nos cobraba 50 rupias mas. Le dijimos que ni de conha. Al final nos enteramos de que los otros tres pasajeros, todos de Delhi y Mumbai, habian pagado 120 cada uno. Nosotros, 150 entre los dos...
Waga Border, que movida... Primero, al llegar, cientos de camiones aparcados a un lado haciendo cola, gente tirada en mantas entre ellos, durmiendo. Luego, un atasco tremendo, de modo que el coche nos deja en cualquier lado y quedamos luego para vernos. Despues, una cola quilometrica, apenas hay guiris, todo son indios. Intentamos colarnos, pero no nos quieren dejar, en vez de decirnos nada se agarran unos a otros de la ropa y no nos dejan meternos. Pero de repente la cola se desorganiza, empieza a pasar gente por todos lados y nosotros tambien adelantamos puestos. Aquello se convierte en una masa de gente que los militares, gritandonos como a ganado, intentan organizar. Distribuyen a la gente para un lado y para otro, pero sin mucha conviccion. Al llegar a las tribunas, aquello se convierte en una locura. Para coger el mejor lugar la gente se empuja, se aplasta, se machaca, los hay que trepan por las barandillas y las saltan, arriesgando la vida propia y la de los que estan debajo. Nos metemos entre el gentio, porque, ya que estamos alli, no queremos quedarnos sin lugar en las tribunas. Pero aquello es peor de lo que parece. Yo lucho por salvar mi camara y que no se me caiga el bolso que llevo a la cintura, Ania lleva en la mano mi teleobjetivo, porque nos han obligado a dejar la mochila en el coche (visto lo visto, no me extranha), lo protege como puede, aunque en el fervor del forcejeo acaba perdiendo la tapa, ni siquiera pensamos en recuperarla, empujamos como podemos, la presion viene de todos lados, menos mal que jugue al rugby muchos anhos, aunque nada tiene que ver una mele de ocho personas con una de ochocientas o mas, consigo abrirnos paso protegiendo como puedo a Ania, un tipo (de los pocos mas altos que yo) le da un codazo en la cara, pero Ania no se corta un pelo y se lo devuelve, y yo inmediatamente le pego semejante sarta de gritos que se acojona. Tras varios minutos estamos en las gradas, sanos y salvos, chorreando sudor y jadeando, pero contentisimos de haberlo logrado. Somos los unicos guiris alli, los demas, no se como, estan en una tribuna especial, en la primera fila. Seran los que mejor vean el espectaculo, pero eso es lo menos importante del dia, apenas un desfile de cinco o seis militares indios altisimos y con un gorro acabado en una especie de abanico que les da aspecto de gallos, que desfilan subiendo las piernas hasta mas arriba de la cabeza y, una vez llegados a la verja fronteriza, dan patadas teatrales y hacen gestos amenazadores como si aplastaran una colilla, mientras la multitud les vitorea y corea consignas nacionalistas y al otro lado de la valla los paquistanies hacen lo mismo (supongo, porque desde donde estamos no se ve). Sin embargo, nosotros tenemos enfrente la vista de la grada de las mujeres, algo impresionante, miles de puntitos con saris de mil colores chillones. Esa imagen me interesa mucho mas que la histrionica demostracion. Por los altavoces se oyen consignas a las que miles de gargantas responden en masa, como si de un estadio de futbol se tratase: "Hin-dus-tan, Zin-ga-bad, Hin-dus-tan, Zin-ga-bad"... Nos unimos al juego. Justo detras de nosotros, en el escalon superior, estan dos sikhs jovenes, con el pelo recogido en un monho sobre la frente y gafas de sol, que se hicieron fotos con nosotros en el Golden Temple. Llega un momento en que nos aburrimos y decidimos escaquearnos, abriendonos paso entre la muchedumbre, antes de que empiecen a salir todos. Hacemos bien: enseguida se acaba la ceremonia y salen todos despues que nosotros. En el coche de vuelta, resulta que uno de nuestros companheros de enlatado es un indio de Mumbai que, escasas horas antes, a la entrada del Golden Temple, me pidio que le hiciera una foto. Yo no lo recordaba, pero el a nosotros si. Que pequenho es el mundo. O que limitado es el circuito turistico en Amritsar.
Volvemos a Amritsar excitados por las vivencias del dia, la verdad es que nos lo hemos pasado genial, ojala el resto del viaje sea asi!! Ademas, por fin he sentido que Ania y yo podemos ser estupendos companheros de viaje.
viernes, 19 de junio de 2009
jueves, 18 de junio de 2009
miércoles, 17 de junio de 2009
martes, 16 de junio de 2009
Esfuerzo
Tengo la impresion de que en India hasta las acciones basicas cuestan mas esfuerzo.
Respirar. El aire es denso, cargado de olores pegajosos, organicos, quimicos, le cuesta entrar por la nariz, se adhiere a los conductos respiratorios, cae pesado en los pulmones, caliente, polvoriento, dejando en las fosas nasales costras que dificultan aun mas la operacion y por todo el camino sedimentos que uno luego tiene que expulsar, cosa que, a juzgar por el ruido que hacen algunos, tampoco resulta facil. Pero mejor ahorremonos los detalles. Los olores tampoco ayudan: los agradables, que los hay, acaban resultando demasiado embriagadores como para soportarlos durante mucho tiempo; los otros pueden alcanzar un grado de desagrabilidad dificil de imaginar. Recuerdo Varanasi hace dos anhos... Cada vez que nos acercamos a un riachuelo o canal prefiero contener la respiracion hasta un rato despues de haberlo cruzado.
Dormir. A pesar del cansancio y la falta de suenho, resulta imposible. Paradojicamente el calor no permite estarse quieto, no se si porque al dar vueltas en la cama se van refrescando por turnos diferentes partes del cuerpo. Ni a la centesima prueba consigo encontrar la postura. El colchon es durisimo, sera por eso que de India vienen los faquires, la almohada incomoda, la sabana aspera. El corazon va a mil, la cabeza tambien, por mucho que intente meditar en el pais de la meditacion, el ventilador del techo tabletea como un helicoptero y temo que salga volando o se le desprenda un aspa, el aire golpetea la piel, me tapo hasta arriba con la sabana para defenderme de los embates del aire que ha de defenderme del calor de las sabanas, mientras en la otra habitacion el air-cooler, "mas sano que el aire acondicionado", zumba, pedorrea y gime segun le apetece. Unos cuantos mosquitos heroicos traspasan la doble linea de defensa (ventilador y "mosquito coil", una espiral que se prende por un lado y arde como el incienso, pero con un olor bastante peor, que creo que provoca en mi las mismas ganas de escapar que en los mosquitos). El picor se anhade a la lista. Menos mal que nadie ronca.
Respirar. El aire es denso, cargado de olores pegajosos, organicos, quimicos, le cuesta entrar por la nariz, se adhiere a los conductos respiratorios, cae pesado en los pulmones, caliente, polvoriento, dejando en las fosas nasales costras que dificultan aun mas la operacion y por todo el camino sedimentos que uno luego tiene que expulsar, cosa que, a juzgar por el ruido que hacen algunos, tampoco resulta facil. Pero mejor ahorremonos los detalles. Los olores tampoco ayudan: los agradables, que los hay, acaban resultando demasiado embriagadores como para soportarlos durante mucho tiempo; los otros pueden alcanzar un grado de desagrabilidad dificil de imaginar. Recuerdo Varanasi hace dos anhos... Cada vez que nos acercamos a un riachuelo o canal prefiero contener la respiracion hasta un rato despues de haberlo cruzado.
Dormir. A pesar del cansancio y la falta de suenho, resulta imposible. Paradojicamente el calor no permite estarse quieto, no se si porque al dar vueltas en la cama se van refrescando por turnos diferentes partes del cuerpo. Ni a la centesima prueba consigo encontrar la postura. El colchon es durisimo, sera por eso que de India vienen los faquires, la almohada incomoda, la sabana aspera. El corazon va a mil, la cabeza tambien, por mucho que intente meditar en el pais de la meditacion, el ventilador del techo tabletea como un helicoptero y temo que salga volando o se le desprenda un aspa, el aire golpetea la piel, me tapo hasta arriba con la sabana para defenderme de los embates del aire que ha de defenderme del calor de las sabanas, mientras en la otra habitacion el air-cooler, "mas sano que el aire acondicionado", zumba, pedorrea y gime segun le apetece. Unos cuantos mosquitos heroicos traspasan la doble linea de defensa (ventilador y "mosquito coil", una espiral que se prende por un lado y arde como el incienso, pero con un olor bastante peor, que creo que provoca en mi las mismas ganas de escapar que en los mosquitos). El picor se anhade a la lista. Menos mal que nadie ronca.
Un poquito de Delhi
[Durante el viaje no conseguí encontrar el momento para completar esta entrada. La escribo más de tres meses y medio después, con todo lo que eso conlleva.]
Por la noche apenas consigo pegar ojo. Nos levantamos tarde. Desayunamos, todo lo hacemos a cámara lenta, así que se nos va la mañana sin salir de casa, comemos con Devesh lo que su asistenta ha preparado, berenjenas y algo más.
Ania y yo salimos a ver Akshardham, un templo hindú gigantesco de reciente construcción (no sé por qué no lo vi cuando estuve en Delhi hace dos años). No se puede hacer fotos dentro y hay que dejarlo todo en las taquillas, así que, en este primer día en India, paso de llevar la cámara. Mi pie maltrecho agradecerá esos casi 10 quilos menos a la espalda. El templo impresiona bastante, está lleno de gente, todos indios, damos un paseo y charlamos. Aún queda algo de tiempo antes del anochecer, así que decidimos ir hasta el Templo del Loto (sobre el que ya escribí algo hace dos años, la segunda impresión no difiere mucho). Para ello hay que regatear una riksha, algo que hacemos con mucha soltura, gracias a la confianza que nos da tener una idea del precio aproximado (nos lo ha dicho Devesh) y el habernos aprendido los números en hindi. En el Templo del Loto nos sentimos como estrellas, todo el mundo viene a saludarnos y a hacernos fotos o hacerse fotos con nosotros. Vuelta a casa en riksha, el rikshero se llama Ginni y, chapurreando el inglés, nos cuenta su vida, que se separó de su primera mujer porque era mala, pero ahora está con una que es buena, trabaja un montón de horas al día para pagar el alquiler de la riksha, pero vive fuera de la ciudad. Creo que quiere darnos pena. Intenta que lo contratemos para llevarnos mañana por la mañana a la estación, nos dice un precio "muy barato", quedamos en llamarlo si nos interesa. Después de hablar con Devesh, llegamos a la conclusión de que no nos interesa, el precio normal es la mitad.
A casa de Devesh ha llegado Stephan, un chaval suizo que habla muy bien inglés y bastante bien español, hace capoeira y le gusta la fotografía. Devesh y yo salimos a comprar cervezas, tarea nada fácil. Devesh decide que Ania se quede en casa para no tener que ver el sitio al que vamos, ya que puede haber "gente chunga". Stephan se queda también. Devesh y yo vamos andando y cruzamos la frontera con otro estado, Uttar Pradesh, compramos las cervezas en una tienducha donde, efectivamente, un par de borrachos nos tratan despectivamente, y tiramos de vuelta hacia Delhi. En un puesto callejero compramos cocos verdes (para bebernos el agua) y mangos para el desayuno. Mientras tanto, una pareja mayor lee mi tatuaje del brazo derecho, que está en hindi, entablan conversación conmigo, me preguntan cómo me llamo, se echan unas risas: "¡como los mangos!". Son muy simpáticos y me explican que los mangos de mejor calidad se llaman Alphonso.
Ya en casa abrimos las cervezas y pedimos comida por teléfono a algo que bien podría llamarse "telecurry". Pedimos diferentes platos y chapati (pan plano, sin levadura). Conversamos con Stephan acerca del fenómeno del Facebook (que yo personalmente destesto), del sentido del Couch Surfing, etc. Stephan me parece un poco pedante, quizá por ser tan inteligente para su edad, pero a pesar de todo me cae bien, la charla resulta interesante y divertida. Nos acostamos bastante tarde, todos muertos de sueño, pero no consigo dormir y me paso un buen rato hablando con Ania hasta que por fin el cansancio nos vence.
Por la noche apenas consigo pegar ojo. Nos levantamos tarde. Desayunamos, todo lo hacemos a cámara lenta, así que se nos va la mañana sin salir de casa, comemos con Devesh lo que su asistenta ha preparado, berenjenas y algo más.
Ania y yo salimos a ver Akshardham, un templo hindú gigantesco de reciente construcción (no sé por qué no lo vi cuando estuve en Delhi hace dos años). No se puede hacer fotos dentro y hay que dejarlo todo en las taquillas, así que, en este primer día en India, paso de llevar la cámara. Mi pie maltrecho agradecerá esos casi 10 quilos menos a la espalda. El templo impresiona bastante, está lleno de gente, todos indios, damos un paseo y charlamos. Aún queda algo de tiempo antes del anochecer, así que decidimos ir hasta el Templo del Loto (sobre el que ya escribí algo hace dos años, la segunda impresión no difiere mucho). Para ello hay que regatear una riksha, algo que hacemos con mucha soltura, gracias a la confianza que nos da tener una idea del precio aproximado (nos lo ha dicho Devesh) y el habernos aprendido los números en hindi. En el Templo del Loto nos sentimos como estrellas, todo el mundo viene a saludarnos y a hacernos fotos o hacerse fotos con nosotros. Vuelta a casa en riksha, el rikshero se llama Ginni y, chapurreando el inglés, nos cuenta su vida, que se separó de su primera mujer porque era mala, pero ahora está con una que es buena, trabaja un montón de horas al día para pagar el alquiler de la riksha, pero vive fuera de la ciudad. Creo que quiere darnos pena. Intenta que lo contratemos para llevarnos mañana por la mañana a la estación, nos dice un precio "muy barato", quedamos en llamarlo si nos interesa. Después de hablar con Devesh, llegamos a la conclusión de que no nos interesa, el precio normal es la mitad.
A casa de Devesh ha llegado Stephan, un chaval suizo que habla muy bien inglés y bastante bien español, hace capoeira y le gusta la fotografía. Devesh y yo salimos a comprar cervezas, tarea nada fácil. Devesh decide que Ania se quede en casa para no tener que ver el sitio al que vamos, ya que puede haber "gente chunga". Stephan se queda también. Devesh y yo vamos andando y cruzamos la frontera con otro estado, Uttar Pradesh, compramos las cervezas en una tienducha donde, efectivamente, un par de borrachos nos tratan despectivamente, y tiramos de vuelta hacia Delhi. En un puesto callejero compramos cocos verdes (para bebernos el agua) y mangos para el desayuno. Mientras tanto, una pareja mayor lee mi tatuaje del brazo derecho, que está en hindi, entablan conversación conmigo, me preguntan cómo me llamo, se echan unas risas: "¡como los mangos!". Son muy simpáticos y me explican que los mangos de mejor calidad se llaman Alphonso.
Ya en casa abrimos las cervezas y pedimos comida por teléfono a algo que bien podría llamarse "telecurry". Pedimos diferentes platos y chapati (pan plano, sin levadura). Conversamos con Stephan acerca del fenómeno del Facebook (que yo personalmente destesto), del sentido del Couch Surfing, etc. Stephan me parece un poco pedante, quizá por ser tan inteligente para su edad, pero a pesar de todo me cae bien, la charla resulta interesante y divertida. Nos acostamos bastante tarde, todos muertos de sueño, pero no consigo dormir y me paso un buen rato hablando con Ania hasta que por fin el cansancio nos vence.
lunes, 15 de junio de 2009
Regreso a la India: la llegada
Por hache o por be, todo viaje importante empieza tras una noche sin dormir. A las cuatro de la matina salgo para el aeropuerto, todavia cojeando, y cargado con dos mochilas, la de la camara y la del resto de cosas. Facturo para todo el trayecto: Varsovia-Amsterdam-Delhi. Enseguida me doy cuenta de que en la mochila facturada va absolutamente todo: ropa, gafas, cepillo de dientes... Como se pierda, al igual que en mi ultimo viaje, tendre un problema.
En el segundo avion, enorme, de esos de filas de nueve asientos separados por dos pasillos, predominan los indios. Me toca sentado junto a dos indios que llevan anhos viviendo en Glasgow. Me dan conversacion y no me dejan dormir, pero tampoco aburrirme. Me hablan de su vida, de su familia, de sus aventuras, de por que se cortaron el pelo y la barba y, a pesar de ser sikhs, no llevan turbante, solo la pulsera que los identifica, pero es que en Escocia, tienen una casa en Fuengirola, elogian las prostitutas rumanas de la zona y la sonrisa de la azafata de KLM, toman cerveza, vino, gin tonic y me invitan a su casa en Punjab. Hablan bien ingles, pero me cuesta entenderlos por esa mezcla explosiva de acento indio con escoces. A la hora de la comida ellos piden la opcion "chicken" y yo, la "Indian". Buena comida, primer sabor a India.
Aterrizaje en Delhi. Al salir del avion no noto la bofetada de calor y humedad que esperaba, aunque a las once de la noche hay treinta y cinco grados. En el aire flota un humo que parece niebla y apenas deja ver a lo lejos. Control de gripe A (basta con decir que no tienes fiebre), control de pasaportes (el mio lo doblan tanto que la portada queda pendiente de un hilillo, temo tener problemas a la salida, aunque ya lo he pegado, o precisamente por eso) y la parte que mas temo: la espera de los equipajes. En la primera tanda, mi mochila no esta. Nervios. En la segunda tampoco, !ah, si!, al final aparece. Cambio dinero, me compro una tarjeta india de telefono y reservo un "pre-paid taxi". A la salida, como recordaba, una noche negra, un calor pegajoso, un ruido constante de motores nerviosos y claxones espasmodicos, un caos de ojos fijos en ti y de manos que hacen gestos en tu direccion, en la oscuridad lo que mas se distingue es el blanco de los ojos y las dentaduras y el colorido de las rikshas. Se me acerca un tipo y me arranca de la mano el recibo del taxi, intenta descifrarlo, "sir, where do you want to go", tiene los dientes tenhidos de rojo, bajo la capa gris que cubre la camisa se adivina el color original cafe con leche, mientras tanto, desde detras de la barrera otro tipo me hace senhas, "where do you want to go?", esta mejor vestido que el otro, mucho mas limpio, su sonrisa resplandece, me parece reconocer en el al chico de Couch Surfing en cuya casa vamos a quedarnos, pero no es posible, hemos quedado en su casa y, ademas, no veo a Ania por ninguna parte, "Devesh?", pregunto, el niega con la cabeza, pero enseguida vuelve a sonreir, me da la mano, le quita al otro el recibo y me dice "come" (no, no de comer, sino en ingles). Entre el gentio aparece Ania sonriente. Me han gastado una broma. Nos metemos en el taxi, todos contentos, el tal Devesh parece majo, vamos conversando y se me olvida que es el cumple de Ania. Tardamos hora y pico en llegar a casa de Devesh.
Por el camino nada me sorprende tanto como la primera vez: el trafico a esas horas, los camiones decorados como tartas de boda multicolores, los bocinazos constantes, incitados por las inscripciones de "blow horn" o "please honk" en la parte trasera de cada vehiculo, la conduccion aparentemente kamikaze... Todo eso lo recuerdo perfectamente, ya apenas me llama la atencion, me parece normal e incluso me gusta.
Al llegar a casa de Devesh resulta que no hay luz en todo el vecindario, excepto en el hospital de enfrente, que tiene generador propio. Nos sentamos en el balcon a la luz de las velas, bebemos agua y charlamos. La luz acaba volviendo. Entramos en casa huyendo de los voraces mosquitos, pero ellos nos siguen. Los muebles, la nevera, el suelo, todo esta viejo y parece sucio, a pesar de que viene la limpiadora todos los dias. Me voy a duchar. Me sorprende no ver grifo de agua caliente, pero al notar el agua que sale de la ducha y se esparce por todo el banho entiendo que no hacen falta mas grifos cuando la temperatura es perfecta: fria, pero no helada, lo justo para refrescarse en ese calor.
Sobre las cuatro de la manhana nos vamos a dormir. Pero, a pesar de llevar tantas horas sin dormir, no consigo conciliar el suenho.
En el segundo avion, enorme, de esos de filas de nueve asientos separados por dos pasillos, predominan los indios. Me toca sentado junto a dos indios que llevan anhos viviendo en Glasgow. Me dan conversacion y no me dejan dormir, pero tampoco aburrirme. Me hablan de su vida, de su familia, de sus aventuras, de por que se cortaron el pelo y la barba y, a pesar de ser sikhs, no llevan turbante, solo la pulsera que los identifica, pero es que en Escocia, tienen una casa en Fuengirola, elogian las prostitutas rumanas de la zona y la sonrisa de la azafata de KLM, toman cerveza, vino, gin tonic y me invitan a su casa en Punjab. Hablan bien ingles, pero me cuesta entenderlos por esa mezcla explosiva de acento indio con escoces. A la hora de la comida ellos piden la opcion "chicken" y yo, la "Indian". Buena comida, primer sabor a India.
Aterrizaje en Delhi. Al salir del avion no noto la bofetada de calor y humedad que esperaba, aunque a las once de la noche hay treinta y cinco grados. En el aire flota un humo que parece niebla y apenas deja ver a lo lejos. Control de gripe A (basta con decir que no tienes fiebre), control de pasaportes (el mio lo doblan tanto que la portada queda pendiente de un hilillo, temo tener problemas a la salida, aunque ya lo he pegado, o precisamente por eso) y la parte que mas temo: la espera de los equipajes. En la primera tanda, mi mochila no esta. Nervios. En la segunda tampoco, !ah, si!, al final aparece. Cambio dinero, me compro una tarjeta india de telefono y reservo un "pre-paid taxi". A la salida, como recordaba, una noche negra, un calor pegajoso, un ruido constante de motores nerviosos y claxones espasmodicos, un caos de ojos fijos en ti y de manos que hacen gestos en tu direccion, en la oscuridad lo que mas se distingue es el blanco de los ojos y las dentaduras y el colorido de las rikshas. Se me acerca un tipo y me arranca de la mano el recibo del taxi, intenta descifrarlo, "sir, where do you want to go", tiene los dientes tenhidos de rojo, bajo la capa gris que cubre la camisa se adivina el color original cafe con leche, mientras tanto, desde detras de la barrera otro tipo me hace senhas, "where do you want to go?", esta mejor vestido que el otro, mucho mas limpio, su sonrisa resplandece, me parece reconocer en el al chico de Couch Surfing en cuya casa vamos a quedarnos, pero no es posible, hemos quedado en su casa y, ademas, no veo a Ania por ninguna parte, "Devesh?", pregunto, el niega con la cabeza, pero enseguida vuelve a sonreir, me da la mano, le quita al otro el recibo y me dice "come" (no, no de comer, sino en ingles). Entre el gentio aparece Ania sonriente. Me han gastado una broma. Nos metemos en el taxi, todos contentos, el tal Devesh parece majo, vamos conversando y se me olvida que es el cumple de Ania. Tardamos hora y pico en llegar a casa de Devesh.
Por el camino nada me sorprende tanto como la primera vez: el trafico a esas horas, los camiones decorados como tartas de boda multicolores, los bocinazos constantes, incitados por las inscripciones de "blow horn" o "please honk" en la parte trasera de cada vehiculo, la conduccion aparentemente kamikaze... Todo eso lo recuerdo perfectamente, ya apenas me llama la atencion, me parece normal e incluso me gusta.
Al llegar a casa de Devesh resulta que no hay luz en todo el vecindario, excepto en el hospital de enfrente, que tiene generador propio. Nos sentamos en el balcon a la luz de las velas, bebemos agua y charlamos. La luz acaba volviendo. Entramos en casa huyendo de los voraces mosquitos, pero ellos nos siguen. Los muebles, la nevera, el suelo, todo esta viejo y parece sucio, a pesar de que viene la limpiadora todos los dias. Me voy a duchar. Me sorprende no ver grifo de agua caliente, pero al notar el agua que sale de la ducha y se esparce por todo el banho entiendo que no hacen falta mas grifos cuando la temperatura es perfecta: fria, pero no helada, lo justo para refrescarse en ese calor.
Sobre las cuatro de la manhana nos vamos a dormir. Pero, a pesar de llevar tantas horas sin dormir, no consigo conciliar el suenho.
Indiamente
Pues, igual me equivoco, pero creo que este viaje, antes incluso de empezar, está planteándose de manera muy india... No sé si hace falta explicar lo que quiero decir, pero ahora no tengo tiempo para hacerlo.
El mundo está lleno de lugares interesantes por explorar. Hace tiempo me propuse como criterio de elección, ir allá donde conozca gente, ya que, puestos a elegir, qué mejor que tener un guía local. Por eso, aunque no sólo, decidí volver este año a la India. En primer lugar, porque allí está Paco, un chaval majísimo, dando clase de español. En segundo, porque la otra vez me volví con un sabor de boca agridulce tirando a agrio y, teniendo en cuenta la cantidad de gente que habla maravillas de sus viajes por ese país, me gustaría cambiar mi impresión.
De modo que me compré el billete y bosquejé mi plan de viaje: parte solo, cosa que me apetecía como desafío, y parte con Paco. Pero al poco tiempo a Paco lo cambiaron de destino y lo mandaron al sur, a la vez que Ania, una compañera mía de capoeira se apuntaba al viaje. Acepté su compañía por varias razones: ya había estado en la India (de modo que no se asustaría) y se declaraba fascinada por el país (con lo que me podría presentar otra visión y, tal vez, contagiar un poco de entusiasmo), conoce a gente en varias ciudades (así que la cuestión del alojamiento podría facilitarse) y, sobre todo, me parece una persona súper positiva (cosa que seguro que me sienta bien). Como veis, un montón de razones totalmente egoístas.
Pero el hombre (y que nadie me venga con reclamaciones, espero que se entienda la acepción de la palabra) propone y Zeus dispone...
Primero, cuando ella quiso comprar el mismo billete que yo, para viajar juntos, ya no quedaban o habían subido un montón de precio, así que tuvo que pillárselo para dos días antes. Después, trece días antes de mi fecha de viaje, en un entrenamiento me esguincé un tobillo... y yo, cuando hago algo, lo hago bien... de modo que mi viaje quedaba en entredicho... pero ayer conseguí empezar a andar ya sin muletas y hoy he hecho la mochila con el menor peso posible, así que espero que todo vaya bien. Y, para colmo, día y medio antes del vuelo de Ania, el tipo con el que habíamos quedado para que nos diera cobijo durante las primeras noches en Delhi, se escaqueó elegantemente, de modo que tuve que ponerme a buscar a la desesperada (bueno, tampoco era cuestión de vida o muerte, pero es que los hoteluchos de Delhi son la antítesis de lo acogedor), recurrí a la web Couch Surfing y enseguida varias personas nos ofrecieron alojamiento.
Parece que las cosas van por donde quieren, pero van...
Ya tengo ganas de enfrentarme (hm, siento que aquí debería usar otra palabra) a la India por segunda vez. Creo que va a ser diferente. De momento, el plan es diferente, queremos evitar los lugares turísticos y viajar sin prisa por "tachar cosas de la lista".
Va siendo hora de cortar, que en cinco horas tengo que estar en pie para coger el avión...
El mundo está lleno de lugares interesantes por explorar. Hace tiempo me propuse como criterio de elección, ir allá donde conozca gente, ya que, puestos a elegir, qué mejor que tener un guía local. Por eso, aunque no sólo, decidí volver este año a la India. En primer lugar, porque allí está Paco, un chaval majísimo, dando clase de español. En segundo, porque la otra vez me volví con un sabor de boca agridulce tirando a agrio y, teniendo en cuenta la cantidad de gente que habla maravillas de sus viajes por ese país, me gustaría cambiar mi impresión.
De modo que me compré el billete y bosquejé mi plan de viaje: parte solo, cosa que me apetecía como desafío, y parte con Paco. Pero al poco tiempo a Paco lo cambiaron de destino y lo mandaron al sur, a la vez que Ania, una compañera mía de capoeira se apuntaba al viaje. Acepté su compañía por varias razones: ya había estado en la India (de modo que no se asustaría) y se declaraba fascinada por el país (con lo que me podría presentar otra visión y, tal vez, contagiar un poco de entusiasmo), conoce a gente en varias ciudades (así que la cuestión del alojamiento podría facilitarse) y, sobre todo, me parece una persona súper positiva (cosa que seguro que me sienta bien). Como veis, un montón de razones totalmente egoístas.
Pero el hombre (y que nadie me venga con reclamaciones, espero que se entienda la acepción de la palabra) propone y Zeus dispone...
Primero, cuando ella quiso comprar el mismo billete que yo, para viajar juntos, ya no quedaban o habían subido un montón de precio, así que tuvo que pillárselo para dos días antes. Después, trece días antes de mi fecha de viaje, en un entrenamiento me esguincé un tobillo... y yo, cuando hago algo, lo hago bien... de modo que mi viaje quedaba en entredicho... pero ayer conseguí empezar a andar ya sin muletas y hoy he hecho la mochila con el menor peso posible, así que espero que todo vaya bien. Y, para colmo, día y medio antes del vuelo de Ania, el tipo con el que habíamos quedado para que nos diera cobijo durante las primeras noches en Delhi, se escaqueó elegantemente, de modo que tuve que ponerme a buscar a la desesperada (bueno, tampoco era cuestión de vida o muerte, pero es que los hoteluchos de Delhi son la antítesis de lo acogedor), recurrí a la web Couch Surfing y enseguida varias personas nos ofrecieron alojamiento.
Parece que las cosas van por donde quieren, pero van...
Ya tengo ganas de enfrentarme (hm, siento que aquí debería usar otra palabra) a la India por segunda vez. Creo que va a ser diferente. De momento, el plan es diferente, queremos evitar los lugares turísticos y viajar sin prisa por "tachar cosas de la lista".
Va siendo hora de cortar, que en cinco horas tengo que estar en pie para coger el avión...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)